Las fuertes alzas de la semana pasada dejaron a Wall Street justo en sus resistencias. Cuando el mercado está invadido por la euforia, el analista debe afinar su criterio.
El optimismo de los mercados se explica por tres motivos: la calidad de los resultados de las empresas, la percepción por los inversores de una economía bajo control, sobre todo en EEUU, y la multiplicación de operaciones corporativas (fusiones y adquisiciones, venta de activos etc).
En Europa, la mayoría de los índices empieza a presentar pautas de giro alcista que pueden dar lugar a un suelo relevante a medio plazo. Podrían estar en los próximos días en buenas condiciones para atacar los máximos anuales. Sin embargo, es probable que superarlos necesitare un apoyo más activo de Wall Street.
Las bolsas americanas siguen con cierto retraso el camino de la zona euro. También muestran divergencias preocupantes que, de no desaparecer en los próximos días, podrían frenar la recuperación de la renta variable global si atendemos las enseñanzas de la historia bursátil. La tecnología está en una zona crítica y todavía no respalda al Dow Jones Industrial. Tampoco lo hace el Dow Jones Transportes.
En este entorno, adquieren especial relevancia varios niveles de mercado. A la inversa de los mercados europeos, las fuertes alzas de la semana pasada dejaron a Wall Street justo en sus resistencias, pero no llegó a romperlas: los 11.250 del Dow Jones, los 1.290 del S&P 500. Si la continuidad alcista va en serio, estos niveles deben ser superados sin demasiada dilación.
Nos fiaríamos más de la recuperación si el Nasdaq confirmara con claridad la superación de los 2.090 (este último terminó en 2.094) y el Dow Jones transportes los 4.600 puntos. Es mejor no apostar a ciegas hasta que no este más clara la situación de Wall Street.