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Una recuperación ambigua frente a un mar de dudas

Alain Galibert, Bolságora
4/09/2007 - 8:18

La recuperación de la semana pasada nos dejó con las bolsas europeas en plena reconstrucción alcista y la renta variable americana en puertas de confirmar una vuelta a la tendencia. Es decir, a un paso de volver a flirtear con los máximos de antes de la crisis por poco que Wall Street se animara en vueltas del 'Labor Day'. ¿Pero por cuánto tiempo?

No nos confundamos. No somos de esos 'siemprebajistas' que prevén el Apocalipsis vaya como vaya el mercado. Fuimos los primeros en prever lo peor antes de la baja sorpresa del tipo de descuento de la Fed pero los acontecimientos posteriores nos han convencido de que Wall Street no está dispuesta a descender a los infiernos. Aun así, no queremos ignorar la señal enviada por el mercado. Es bueno saber escuchar y adaptar la gestión en consecuencia pero no lo sería esconder, cual avestruz, la cabeza en la arena, ante las incertidumbres que rodean los próximos meses.

Ante las consecuencias de un estallido de la burbuja del crédito, mil puntos del Ibex o del Dow Jones son pamplinas. En su discurso del viernes pasado, Ben Bernanke reconoció que todavía no hemos visto casi nada de las consecuencias económicas de la crisis. 'Lo más gordo' está por venir pero es difícil preverlo por parte de los economistas.

En el mejor de los casos 'lo más gordo' alude al retroceso de algunos puntos del PIB. Quizás sean dos o tres trimestres de crecimiento negativo en EEUU, pero lo suficiente como para hacer descarrilar el tren del crecimiento mundial si los bancos centrales rebajan los tipos en consecuencia. Este es el consenso del mercado antes de la reunión del BCE del jueves y la baja de tipos de la Fed esperada para el 18 de septiembre.

En el peor de los casos, lo más gordo alude al efecto dominó de un desapalancamiento estructural del crecimiento global: hoy las hipotecas o estos famosos carry trades, mañana las tarjetas de crédito, pasado mañana los créditos a corto plazo, etc. ¿Quién puede creer que el crecimiento mundial resistiría si el castillo de naipes americano se derrumba? Y en España, ¿quién puede creerse que saldríamos indemnes de una crisis global provocada por los excesos de crédito?

No estamos en el terreno de lo seguro sino en el terreno de lo posible. Pero este terreno de lo posible es lo bastante verosímil como para no descartar un cambio radical de los escenarios económicos en 2008 y 2009. Y es probable que un incremento de los riesgos empujara a los gobiernos a intervenir para respaldar a los bancos centrales, siempre y cuando se anticipe correctamente el estancamiento del crecimiento.

¿Qué analistas de empresas incorporan estos riesgos a sus cuentas en 2008? No es lo suyo, no se les puede exigir tener una visión global y un buen conocimiento del terreno al mismo tiempo.

Pero la inercia de las previsiones no debe esconder las sorpresas que nos reservaría un mercado confrontado a un ciclo deflación/reactivación (reflation dicen los ingleses) desconocido desde el pinchazo de la burbuja tecnológica. Por lo pronto, le concedemos a la recuperación de las bolsas el beneficio de la duda. Poco más: pinta lo bastante bien como para no ignorarla pero no es lo bastante fiable como navegar a toda máquina.

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