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Andalucía empieza a restaurar las Marismas del Odiel
- La Junta ha puesto en marcha un plan para garantizar su recuperación y mantenimiento a largo plazo
- Este ecosistema acuático está considerado uno de los más contaminados del mundo
- Contenido publicado en la revista Agua y Medio Ambiente
Inés Oria
Las Marismas del Odiel están consideradas como uno de los enclaves de mayor valor ecológico de Andalucía. Situadas en la provincia de Huelva, en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel, el estuario destaca por la rica biodiversidad que alberga y la función que realiza como refugio de aves migratorias, unas características que han llevado a este espacio natural a ser reconocido como Reserva de la Biosfera por la Unesco, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), además de haber sido incluido en la Red Natura 2000.
Sin embargo, es también uno de los ecosistemas acuáticos más contaminados del mundo. Según un estudio de la Universidad de Huelva, los ríos Tinto y Odiel son los responsables del 14% del cobre y el 47% del zinc disuelto que llega a todos los océanos del mundo, ya que sus cauces transportan residuos de metales y otros elementos tóxicos fruto de la actividad minera abandonada en la Faja Pirítica Ibérica desde hace 5.000 años.
De hecho, la alta concentración de metales pesados y aguas ácidas que acumulan estos dos ríos onubenses provocó que en 2017 el Ministerio para la Transición Ecológica paralizara las obras de la presa de Alcolea, que se estaba construyendo en el tramo final del río Odiel. Desde entonces, la infraestructura se ha convertido en un importante foco de tensión entre la junta de Andalucía, que la considera fundamental para asegurar un suministro fiable, evitar las inundaciones en el entorno de Gibraleón y apoyar los proyectos de hidrógeno verde que plantea la provincia, y el Gobierno central, que cuestiona su sostenibilidad económica a largo plazo basándose en informes publicados por diferentes organizaciones, como la Fundación Nueva Cultura del Agua y el instituto Deltares, según los cuales el coste del tratamiento del agua podría alcanzar los 28 millones de euros anuales.
Pero, más allá de la polémica en tono a los lixiviados mineros, la ría también acumula elevados porcentajes de residuos plásticos y otros desechos procedentes de la pesca, el turismo y la intensa actividad industrial que se desarrolla en la zona. Todas estas circunstancias han elevado los niveles de contaminación y están provocando graves alteraciones en hábitats clave para especies de alto valor ecológico, como el águila pescadora, poniendo de manifiesto la necesidad de implementar actuaciones que garanticen su restauración y mantenimiento a largo plazo.
Así, la Junta de Andalucía ha puesto en marcha un proyecto que incluye diversas intervenciones dirigidas a eliminar los residuos, restaurar la vegetación autóctona y mejorar las condiciones de la fauna. La iniciativa cuenta con una inversión de casi 750.000 euros y se desarrollará en un área de 161 hectáreas.
Plan de conservación del estuario
La primera fase de los trabajos comenzó el pasado mes de febrero y está centrada en retirar los residuos de los principales hábitats afectados por la acumulación de plásticos, restos de redes y otros materiales que comprometan el equilibrio ecológico del estuario. Al mismo tiempo se llevará a cabo un proceso de restauración y mejora vegetal mediante la plantación de especies adaptadas al ecosistema marismeño, una actuación que permitirá reforzar la estabilidad de los suelos, mejorar la capacidad de filtrado del agua y aumentar la cobertura vegetal en zonas degradadas.
Una de las medidas más innovadoras del proyecto es la instalación de cuatro estructuras de nidificación diseñadas para favorecer la reproducción, cría y asentamiento del águila pescadora contribuyendo así a su expansión dentro del espacio.