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El lado B de la longevidad japonesa: las abuelas resisten la pandemia de la soledad cometiendo delitos para encontrar amigos y médicos en la cárcel

Foto: elEconomista.

Cristian Gallegos

Japón tiene tradición en longevidad. Sin ir más lejos, muchas de sus ciudades centenarias forman parte de los 'paraísos o zonas azules', donde habitan ciudadanos que superan los 100 años y son destinos anhelados para aquellos que buscan la eterna juventud. Sin embargo, el país asiático atraviesa una crisis pandémica que apunta a este sector etario y que refiere a la "soledad.

El pasado mes de diciembre, el Centro Nacional de Estadísticas de Salud clasificó a Japón, conocido por la longevidad de su población, como el país más saludable para envejecer. Pese a esta distinción, un nuevo informe de CNN revela que muchos de esos adultos mayores están pasando graves problemas de soledad.

Al respecto, el medio estadounidense señala que la prisión de mujeres más grande de Japón se ha convertido en "el hogar de un número cada vez mayor de personas mayores". CNN detalla que el número de reclusas de 65 años o más casi se cuadriplicó entre 2003 y 2022. Sintiéndose abandonadas económica y socialmente, a raíz de una "epidemia mundial de soledad", muchas mujeres japonesas mayores están recurriendo al encarcelamiento para encontrar comunidad y apoyo.

En este contexto, el medio recogió testimonios de estas mujeres que ven en la cárcel una salida a la soledad que tanto les afecta. Así aparece la figura de Akiyo, identificada con un seudónimo para mayor privacidad, es una reclusa de 81 años que estaba cumpliendo condena por robar alimentos en una tienda. "Hay muy buenas personas en esta prisión", dijo Akiyo a CNN. "Quizás esta vida sea la más estable para mí", agregó.

La "compañía" que les ofrece la prisión es el principal atractivo para estas mujeres mayores, junto con las comidas regulares, la atención médica gratuita y el cuidado de ancianos. Y la obligación de trabajar en las fábricas de la prisión no es un impedimento, argumenta el medio.

"Incluso hay gente que dice que pagaría 20.000 o 30.000 yenes (130-190 euros) al mes (si pudieran) vivir aquí para siempre"

"Incluso hay gente que dice que pagaría 20.000 o 30.000 yenes (130-190 euros) al mes (si pudieran) vivir aquí para siempre", dijo Takayoshi Shiranaga, un funcionario de la prisión de mujeres de Tochigi, situada al norte de Tokio, durante una entrevista con CNN en septiembre del año pasado.

"Hay gente que viene aquí porque hace frío o porque tienen hambre", agrega Shiranaga. Y quienes enferman "pueden recibir tratamiento médico gratuito mientras están en prisión, pero una vez que salen, tienen que pagarlo ellos mismos, por lo que algunas personas quieren quedarse aquí tanto tiempo como sea posible".

Cometer delitos para sobrevivir

Para algunas mujeres mayores, recurrir al delito es una vía de supervivencia. En datos, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) informa que el 20% de las personas mayores de 65 años en Japón viven en la pobreza. El robo es el delito más común entre los presos de edad avanzada, informa CNN. En 2022, más del 80% de las presas de edad avanzada en todo el país estaban en la cárcel por robo, según el gobierno japonés.

"Sentí que ya no me importaba lo que pasara"

Cuando tenía más de 60 años, Akiyo fue encarcelada por robar comida. Casi 20 años después, fue encarcelada por robar en una tienda por desesperación. Akiyo no solo se quedó sin dinero, sino también sin apoyo familiar. Justo antes de ser encarcelada, su hijo de 43 años le dijo: "Desearía que te fueras". "Sentí que ya no me importaba lo que pasara", le dijo a CNN. "Pensé: 'No tiene sentido que viva' y 'Solo quiero morir'".

La cárcel, una salida para obtener apoyo

La falta de cuidadores, el acceso limitado a la atención médica y el abandono de los miembros de la familia suman otra capa al atractivo de la prisión para estas ancianas, especialmente las reincidentes como Akiyo.

En esta línea, una vez que salen de prisión, no hay apoyo para la transición de regreso a la sociedad, explica una guardia de la prisión, Megumi, identificada solo por su nombre de pila. "Incluso después de que son liberados y vuelven a la vida normal, no tienen a nadie que los cuide", detalla a CNN. "También hay personas que han sido abandonadas por sus familias después de cometer delitos reiteradamente, no tienen un lugar al que pertenecer".

En 2021, el Ministerio de Bienestar japonés reconoció que los reclusos de edad avanzada que recibían apoyo después de salir de prisión tenían muchas menos probabilidades de convertirse en reincidentes que los que no lo hacían. CNN informó que el ministerio estaba reforzando sus esfuerzos de intervención temprana y centros comunitarios para ayudar a los ancianos.