Actualidad

Los científicos descubren que los perros están entrando en una nueva fase de la evolución


elEconomista.es

Todas las especies van evolucionando con el paso del tiempo, pero cuando las investigaciones sobre evolución tocan una de las especies con mayor arraigo respecto a los humanos, llama mucho la atención. Es lo que ha pasado con los perros y un nuevo estudio, que ha apuntado a que los canes están experimentando una tercera ola de domesticación, con unas claves relevantes sobre su adaptación a la vida de los humanos.

De hecho, en un inicio, los perros eran animales salvajes. Después, hace unas décadas, los perros pasaron a ser considerados mayormente como animales de trabajo, encargados de cazar presas, eliminar plagas, pastorear el ganado o proteger los hogares, entre otras cosas. Estas labores hacían que los animales tuvieran unas características y un estilo de vida que dista mucho de lo que ahora son.

Es por ello que se está considerando una tercera ola de domesticación, de nuevo, impulsada por los humanos y su trato hacia los perros, ya que han pasado a ser considerados mascotas, animales de compañía, con características que pasan por un carácter amigable, tranquilo y adecuado para un estilo de vida mucho más sedentario que cuando eran considerados animales de trabajo.

Pero este contexto no es solo una percepción general, sino que tiene una base científica, consolidada en el trabajo de un grupo de científicos que han descubierto un aumento de los niveles de una hormona responsable del vínculo social en los perros, especialmente, en los perros de servicio, es decir, en los perros que acompañan a las personas con trastornos o discapacidades, tal y como recogen desde el medio británico Daily Mail.

La oxitocina, clave en la evolución de los perros

En concreto, se trata de la oxitocina, que es la hormono que, según el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Linköping (Suecia), impulsa a los perros a buscar contacto con sus dueños. De hecho, a medida que los humanos domesticaron a los primeros perros hasta convertirlos en las mascotas de compañía que son hoy en día, la sensibilidad de los canes a la oxitocina aumentó.

Estudios anteriores ya habían demostrado que las variaciones en el material genético ubicado cerca del gen que codifica los receptores de oxitocina influyen en la capacidad de los perros para comunicarse. En otras palabras, las habilidades sociales de un perro están relacionadas con su genética, específicamente en los genes que controlan su sensibilidad a la oxitocina.

En el mencionado estudio, los investigadores observaron a 60 perros de la raza Golden Retriever mientras intentaban levantar la tapa de un frasco de golosinas, cuya apertura fue hecha intencionalmente imposible. Los perros repitieron esta prueba de comportamiento dos veces: una después de recibir una dosis de aerosol nasal de oxitocina y otra después de recibir una dosis de solución salina neutra. Al mismo tiempo, los investigadores recogieron muestras de ADN del interior de la nariz de los perros para determinar qué variante del receptor de oxitocina tenía cada uno.

¿Cuál es el objetivo de esta prueba? Pues comprobar y cronometrar cuánto tiempo intentarían los perros abrir el frasco con su propio esfuerzo antes de volverse hacia su dueño y pedirle ayuda.

Con ello, el estudio pudo demostrar que los perros con una variante genética particular del receptor tenían una reacción más fuerte al aerosol de oxitocina que otros perros, y que la dosis de oxitocina los hacía más propensos a pedir ayuda que la dosis de solución salina.

"Estos hallazgos ofrecen una idea de cómo la domesticación ha alterado los genes que influyen en las habilidades sociales de los perros"

Con estos resultados, los investigadores afirman que los rasgos de comportamiento de los perros en general están experimentando una tercera ola de domesticación, adaptada perfectamente al siglo XXI y al nuevo rol que juegan los perros en el hogar, con rutinas más sedentarias y una forma de vida que nada tiene que ver con la primera fase salvaje ni una segunda fase de domesticación relacionada con el trabajo.