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Las claves del cambio de Gobierno en Reino Unido: Sunak cesa a la que puede ser su gran rival interna

  • Suella Braverman llevaba semanas 'empujando' para conseguir su cese
  • La vuelta de Cameron supone una apuesta por el votante conservador tradicional
Suella Braverman y Rishi Sunak, en el Consejo de Ministros del pasado 12 de octubre. Foto: Reuters

Víctor Ventura

Hace un mes, en el congreso del Partido Conservador, Rishi Sunak se presentó como el "candidato del cambio" que pondría fin al "consenso liberal" de la política británica con medidas populistas que frenaran la lucha contra el cambio climático, endurecieran las reglas contra la inmigración y se apoyaran en la derecha del partido. Pero tras sufrir dos derrotas traumáticas en dos circunscripciones en los que los 'tories' arrasaron en 2019, Sunak ha decidido dar el enésimo giro político y apostar por el liberalismo centrista. Y, por el camino, puede haber impulsado a su sucesora al frente de los conservadores: el cese de Suella Braverman, la ya exministra del Interior, le otorga el título de 'mártir de la derecha' con el que hacerse con el control del partido si Sunak se estrella en las elecciones del próximo año.

Braverman ha pasado por los últimos cuatro gobiernos británicos con polémica. Dimitió del de Theresa May en protesta por su gestión del Brexit, como hizo medio centenar de cargos durante el agónico año final de su mandato. Dimitió del de Boris Johnson durante la descomposición final de su Ejecutivo, cuando las cadenas de televisión tenían un contador de dimisiones en directo. Y Liz Truss la cesó por filtrar documentos a la prensa de forma irregular apenas dos días antes de marcharse. Sunak la recuperó inmediatamente para su nuevo equipo como forma de ganarse a la derecha del partido. Pero desde hace semanas, Braverman decidió hacer la guerra por su cuenta: o arrastraba a Sunak a su campo, o se convertía en una mártir.

En los últimos días, la ya exministra filtró a la prensa su idea de que Sunak debería convocar elecciones sobre el único argumento de acabar con los barcos de solicitantes de asilo que cruzan el Canal de la Mancha. Precisamente, este miércoles se espera la sentencia del Tribunal Supremo sobre si es legal la ley estrella de Braverman para deportar algunos centenares (de un total de decenas de miles) de solicitantes de asilo a Ruanda. Poco después, publicó en The Times un artículo en el que criticaba a la policía por no prohibir una manifestación pro-palestina el fin de semana del aniversario del fin de la I Guerra Mundial, pese a que cumplía todos los requisitos legales, y en el que amenazaba con "enfrentamientos violentos" que al final no se produjeron. El artículo no contó con el visto bueno de Downing Street, que avisó a Braverman de que estaba en la cuerda floja.

Pero es probable que eso fuera precisamente lo que buscaba. El ala derecha del partido ha mostrado su desacuerdo con su cese y su preocupación con el 'giro al centro' de Sunak. Si se cumplen las encuestas y se mantiene la tendencia de las elecciones locales y parciales para renovar escaños vacantes -que apuntan por unanimidad a un descalabro histórico de los 'tories' en las próximas generales-, Braverman apunta a ser la favorita de esa ala derechista a liderar el partido en cuanto dimita Sunak. En ese sentido, su cese es casi un regalo para impulsar su imagen entre diputados y militantes.

Giro de 180 grados

La principal señal de este cambio de Gobierno, sin embargo, es que Sunak sigue girando como una peonza, sin saber exactamente hacia qué lado inclinarse. Sunak es un político ampliamente a la derecha de la media del Partido Conservador, pero que ha acabado con la imagen de un 'moderado' al llegar al poder como el "adulto" que arreglaría el caos dejado por Liz Truss. Esa contradicción inicial le ha dejado en tierra de nadie: la derecha del partido desconfía de él, y su imagen política no acaba de satisfacer a ninguno de los grupos a los que quiere ganarse.

El resultado ha sido una serie de giros políticos sin fin para intentar buscar un hueco en el que asentarse. De adulto responsable a populista de derecha durante el verano y principios de otoño, a liberal centrista en el otoño-invierno. Y cada giro suele venir acompañado de alguna derrota traumática en elecciones locales o parciales.

El último cambio trae aparejado el regreso de David Cameron, ex primer ministro dimitido tras su derrota en el referéndum del Brexit. Con él, Sunak quiere rodearse de figuras del 'consenso liberal centrista' de la época anterior a cuando el partido Conservador, y la política británica en general, entraron en el caos brexitero del que aún no han salido. Y Cameron, que en 2018 ya dijo que estaba "aburrido como una ostra" tras abandonar la política, consigue volver a un puesto de primera línea.

Para desgracia de Sunak, hasta ahora ninguno de sus giros se ha notado lo más mínimo en las encuestas: llegó unos 20 puntos por detrás de los laboristas a falta de dos años para las elecciones y ahí sigue, con la mitad del plazo cumplido. Como mínimo, el 'premier' quiere asegurarse el voto tradicional conservador de su feudo en el sur de Inglaterra, donde lleva años registrando ya alertas rojas en forma de derrotas históricas en medio de su deriva populista. Quizá no le sirva para ganar unas elecciones, pero por lo menos sí para evitar una hecatombe electoral que les deje con menos de 100 escaños.