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El Supremo británico tumba el referéndum unilateral de independencia en Escocia por inconstitucional
- Los jueces consideran que Escocia ya ejerce su autodeterminación dentro del Reino Unido
- Edimburgo amenaza con considerar las próximas elecciones como "plebiscitarias"
Víctor Ventura
No habrá referéndum de independencia en Escocia el próximo año, como quería la primera ministra de la nación, Nicola Sturgeon. El Tribunal Supremo del Reino Unido ha declarado inconstitucional la petición de celebrar una consulta, incluso aunque fuera "meramente consultiva" sin el permiso del Parlamento de Westminister, que representa "al país entero" y tiene las competencias sobre la unidad del estado.
La sentencia invoca repetidamente la del Supremo canadiense de 1998 sobre Quebec. En ella, los jueces confirmaron que el derecho a la autodeterminación de los pueblos ya se aplica a la provincia canadiense, que elige diputados y participa en la política del país al mismo nivel y tiene los mismos derechos y obligaciones legales que el resto de Canadá. Por lo tanto, no tiene derecho a declarar la independencia fuera de las leyes establecidas por el Parlamento de Canadá. Esta opción, explican, solo se aplicaría a colonias o territorios manifiestamente excluidos de los derechos constitucionales que existen en el resto del país.
En ese sentido, los jueces británicos hacen suyos los argumentos canadienses: Escocia ya tiene la cantidad de diputados proporcional a su población en Westminster, y ha habido dos primeros ministros británicos nacidos en Escocia (Tony Blair y Gordon Brown) este mismo siglo, por lo que no se puede decir que las leyes británicas les nieguen el derecho a participar políticamente. Y tampoco se puede decir que no haya ningún mecanismo por el que Escocia pueda celebrar un referéndum legal y legítimo: ya ocurrió en 2014, cuando el Gobierno de David Cameron negoció con Edimburgo la convocatoria de una consulta vinculante, que fue refrendada por Westminster. Por lo tanto, al existir ya un mecanismo vigente y realista para celebrarlo -convocar una votación en el Parlamento y ganarla-, que ya se ha utilizado con éxito hace menos de una década, los jueces concluyen que el Gobierno escocés no tiene un derecho especial a celebrar referéndums unilaterales.
La sentencia, sin embargo, no ha sentado nada bien en Edimburgo. Sturgeon ha rechazado con dureza la sentencia, denunciando que, al dejarles a merced de llegar a acuerdos con los partidos unionistas, cuyos diputados provienen principalmente de Inglaterra -que concentra el 83% de la población del país y un porcentaje similar de parlamentarios-, está demostrando que el Reino Unido "no es una unión voluntaria de naciones iguales", un mensaje que repitió el portavoz de su grupo parlamentario en Westminster, Ian Blackford. El Partido Nacionalista Escocés, anunció, considerará las próximas elecciones generales como un "plebiscito", aunque no detalló si estarían dispuestos a realizar una declaración unilateral de independencia y en qué condiciones. Hay un precedente, aunque no muy feliz: el Sinn Féin declaró la independencia de Irlanda tras arrasar en las elecciones de 1918, desatando una guerra con las fuerzas británicas que culminó en la partición de la isla y una guerra civil entre los bandos independentistas.
Desde Londres, la opinión del Gobierno es que los referéndums de independencia deberían ser eventos extraordinarios, "únicos para cada generación", y que habría que esperar al menos 20 años desde la votación de 2014 para empezar a plantearse otro. Los dos principales partidos -Conservadores y Laboristas- han dejado claro que no tienen ninguna intención de celebrar una nueva consulta en el futuro próximo.