
El turismo de aventura tiene cada vez más adeptos. Jugártela en tus vacaciones haciendo rafting, escalada o puenting es una tendencia en auge para aquellos que les gusta sentir el vértigo de las alturas, el riesgo de navegar por unos rápidos o el orgullo de decir "esto yo lo he hecho y no es para tanto". Y nadar al filo de las Cataratas Victoria del río Zambeze, en Zambia, es una de esas experiencias aventureras apta para muy pocos.
Una específica zona de estas cataratas, la denominada piscina del diablo, es el área donde los aventureros bañistas ponen al límite su miedo y 'disfrutan' de un baño en plena catarata. Seguramente, sentir la belleza, la fuerza y la grandiosidad de la naturaleza vale pasar ese miedo.
Las Cataratas Victoria están formadas por la caída al vacío, en una sola vertical, de un torrente de agua desde una altura de 108 metros. Un hueco, una falla en el terreno de 120 metros de ancho que crea uno de los paisajes más impresionantes del mundo y que hacen ver la fuerza y la viveza del planeta tierra.
En un principio, este baño solo sería apto para los amantes de la adrenalina y del riesgo. Sin embargo, hay truco. Nadar en esta piscina no es tan suicida como pudiera parecer. Para evitar una caída de más de 100 metros de alto o ser arrastrado por un torrente de agua de más de 450.000 pies cúbicos al segundo esta piscina natural goza de una piedra de roca natural gruesa que impide que los aventureros bañistas sean barridos por el caudal del río Zambece.
Acceder a esta zona de las Cataratas Victoria es posible gracias a que existe una pequeña isla en medio de semejante paraje. Ésta, que permite una de las mejores vistas del mundo, se llama Isla Livingstone, nombre que recibió de su descubridor, el explorador David Livingstone en 1855. El propio explorador llegó a escribir desde su momento en la isla frente al vacío de las cataratas que era "el espectáculo más maravilloso que había visto en África ... escenas tan preciosas que deben haber mirado los ángeles en su vuelo"
El acceso a este pedazo de tierra y por tanto el acceso a la piscina del Diablo solo es posible cuando el nivel del río es el más bajo. Son los meses de agosto hasta enero cuando el caudal es lo suficientemente bajo como para permitir el baño.
Un grupo reducido de 12 personas son los que pueden acceder a la piscina. A juzgar por las imágenes esa supuesta piedra gruesa hace su trabajo y ninguno de los bañistas parece tener miedo a la caída. Eso si, el baño no es aconsejable para los que tengan vértigo.