¿Quién no ha leído la conocida historia de James Barrie, soñado con volar al País de Nunca Jamás y esconderse del capitán Garfio en las profundidades del Árbol del Ahorcado? Revive la emoción de tu infancia y siéntete como un auténtico Niño Perdido explorando estas increíbles casas-árboles: construcciones repletas de encanto y de magia que parecen devoradas por la hambrienta naturaleza.
Encajadas en la copa de un árbol, con las ramas atravesando paredes y ventanas, las raíces excavando el suelo de madera y la frondosa hojarasca tejiendo alrededor del tejado una leonina melena verde que la cubre al más puro estilo de camuflaje militar.
El mejor ejemplo, y uno de los más clásicos, es la casa-árbol de Tarzán, a los pies de uno de los lagos del Disneyland de Hong Kong. Una réplica exacta de la que aparece en la película y que siempre tiene las puertas abiertas para aquellos exploradores que necesitan un refugio seguro en su viaje al corazón del parque temático.
Una caseta para pájaros gigante o una iglesia de madera. Esto nos recuerdan las tres casas-árboles de Longwood Gardens, abiertas prácticamente todo el año (salvo cuando el mal tiempo impide a los visitantes acercarse) para que los niños puedan jugar en ellas, convertirse en Robin Hood en un parpadeo mientras los padres pasean por los alrededores o se sientan a meditar y disfrutar de la naturaleza.
Un diseño más moderno nos presenta la constructora alemana Baumraum con un parador de techo curvo sujeto entre dos esbeltos árboles. Apenas cuenta con una habitación cubierta por una gran cama con cojines donde acostarse y no hacer otra cosa que contemplar el paisaje, regodeándose por la tranquilidad que se respira. Ideal para coger una guitarra, reunir a un grupo de amigos y vivir noches de bohemia en el bosque. Y con esta misma firma alcanzamos el nivel de lo futurista con algunos modelos dispersos por los bosques austriacos. Su forma aristada y las largas "patas" sobre las que se sostienen algunas casas le recordarán a más de uno a los androides de combate de la Guerra de las Galaxias. Divertida, confortable y ligera, también es fruto del original ingenio de Baumraum.
Los bosques de Seattle se convierten en una aldea de casas-árboles de tejados picudos y oscuros y paredes de madera, a juego con el entorno. La decoración interior, las ventanas enmarcadas por las ramas y la estructura armonizando con el tronco de los árboles recuerdan a las viejas casas de los cuentos de hadas. No nos sorprendería encontrarnos en una a Blancanieves, viviendo sin temor a su madrastra. El único peligro en este oasis de tranquilidad es que lo visite una manada de castores. Siguiendo este mismo aire de historias infantiles, la compañía Blue Forest ha sembrado los bosques con castillos de tejados picudos construidos sobre las copas de los árboles. Las distintas plataformas se unen entre sí por pasarelas colgantes creando una auténtica ciudad de las nubes y permitiendo a cualquier niño o adulto de imaginación viva escapar a tiempo ante un ataque enemigo.
Quienes visiten Nueva Zelanda no pueden dejar de probar los platos de este restaurante cuya sola vista produce altas expectativas. El Yellow Treehouse Restaurant, semejante a una enorme crisálida de madera, se retuerce alrededor del grueso tronco de un árbol a cuarenta metros sobre el suelo. Sus dueños dicen con orgullo que es su sueño de niños nacido en la realidad adulta, un ambiente mágico donde disfrutar de la frugal gastronomía de la india.
El mismo reclamo decorativo ha utilizado el dueño de un restaurante en Japón, si bien su naturaleza tiene bastante de artificial: construyendo su establecimiento en la copa de un árbol -al cual se accede por un ascensor instalado en el tronco- garantiza a sus clientes vistas inmejorables lejos del desagradable ruido de los coches que circulan varios metros por debajo, quemando el asfalto de la carretera.
Las exóticas propuestas de O2Sustainability no dejan a nadie indiferente. 'Secuoia', 'Tamarack', 'Ojo de Pájaro'... Cuando se iluminan al caer la noche, parecen enormes poliedros con luciérnagas atrapadas en su interior. Levantadas sin contaminar apenas, las casas se integran perfectamente en la naturaleza, aunque su frágil apariencia -como de farolillo de papel- invita a pensar que cualquier soplo de viento sea capaz de lanzarlo por los aires.
En Vietnam, donde ha echado raíces, la llaman "La casa loca", sin duda por la deformidad y la asimetría forzada que presenta en sus muros y habitaciones. Puertas inclinadas, ventanas con formas imposibles, escaleras torcidas y techos bajos es el extraño mundo en el que se internarán los clientes de este hotel que se retuerce sobre sí mismo, como si una mano gigante lo hubiera apretado hasta estrujarlo como una bola de papel. Los colores brillantes de la vegetación que la rodea, las telarañas artificiales puestas en lugares estratégicos para sorprender a los exploradores, las columnas en forma de troncos y una decoración de fantasía recrean la ficción de introducirse en la casa de un gnomo.
No te andes por las ramas: si la rutina puede contigo, escápate y visita estos refugios sacados de un cuento de fantasía. Recupera la ilusión fundiéndote con estos bosques encantados hasta sentirte como pez en el agua, como pájaro en nido. Como un Niño Perdido.