
Pedro Subijana lo ha conseguido todo en gastronomía. Ahora, con la inauguración de su nuevo hotel cinco estrellas, ha logrado la cuadratura del círculo. En esta aventura, le secunda su hija Oihana como responsable de este nuevo albergue de lujo emplazado en Monte Igueldo. Con una entrada común al restaurante bajo el paraguas de un amplio hall, el diseño brilla con luz propia tanto en las estancias comunes o en cualquiera de sus 22 exquisitas habitaciones (dos de ellas suites con piscina privada); todas, como el restaurante, con impresionantes vistas al Golfo de Vizcaya.
El hotel también se llama Akelarre (con dos erres ya que la grafía vasca no existe en nuestro abecedario), un nombre inscrito con letras de oro en la historia de la gastronomía española. Subijana, un hombre elegante y templado, es el menos mediático de su generación, pero él fue uno de los grandes precursores de la Nueva Cocina, desde aquel 1976 en que se organizaron las celebérrimas Mesas Redondas de Gastronomía, convocadas por el Grupo Gourmets, hoy organizador del Salón de Gourmets anualmente en Madrid.
Subijana revalida sus tres estrellas Michelin desde 2007 y su casa es lugar de peregrinación para cualquier gourmet o aficionado. Tras la construcción del hotel, el comedor principal no ha cambiado: un espacio diáfano y luminoso con grandes ventanales frente al Cantábrico. Un impresionante entourage para degustar una de las cocinas más refinadas y sutiles de nuestro país, de raíz vasca, novedosas técnicas, originales concepciones y apabullantes resultados.
Preparaciones como el huevo con caviar sobre puré de coliflor, la infusión de caldo verde, cigala y rape ahumado o la corona de chipirón y arroz venere van mucho más allá de sus nombres, con auténticas y gratas sorpresas para el comensal y un derroche de técnicas. Ofrecen tres menús (185 euros + IVA, sin bebidas) ideados expresamente para llegar al fondo de la cocina del chef; entre ellos, Los Clásicos de Akelarre recoge sus grandes hits. Como novedad, destacar el Espacio Oteiza, donde tomar un menú cerrado con recetas de la tierra -siempre en versión alta cocina-, basado en la culinaria de producto u optar por elegir algo de la carta ligera en la zona de bar.
La bodega es también apabullante, con 650 referencias nacionales y foráneas, etiquetas de las mejores casas y añadas sobresalientes. Allí, si se desea, se organizan catas de vinos y distintos eventos. Akelarre, toda una sinfonía gastronómica ahora también para pasar la noche en su nuevo hotel: una experiencia mágica.