
Cosmopolita carta con especialidades suecas y del mundo en un entorno único.
El norte de Europa está cerca de Madrid. Y no sólo en gastronomía, también en estilo y decoración. Un luminoso pabellón acristalado con jardín es el bonito escenario donde degustar una de las cocinas más originales y viajeras de Madrid. Si de día resulta singular por su estética nórdica y colorista, de noche transmite romanticismo a la luz de las velas.
Juan San Martín y Marcos Olazábal se embarcaron en esta aventura para poner sobre los fogones lo aprendido en sus periplos a lo largo y ancho del mundo. La ascendencia sueca de Olazábal, trotamundos y amante de los deportes de riesgo en los que era conocido como Marconi, hicieron el resto.
Francia, Bélgica o Italia entre otros, y muy especialmente Suecia, están presentes en una carta cosmopolita con elaboraciones de aquí y de allá, que en Cabaña Marconi reproducen siguiendo fielmente las recetas tradicionales. Como sorprendente materia prima, el caviar de Kalix: huevas de corégono, un pez de la familia de los esturiones que habita las desembocaduras de los ríos escandinavos. Sus milimétricas huevas de color naranja brillante, sumamente yodadas y salinas, se acompañan de crema agria.
La travesía planetaria puede continuar con los moules a la crème avec frites, mejillones hechos con una salsa cremosa y acompañados de patatas fritas, tradicionalmente belgas y muy extendidos por Francia. La burrata al pesto traslada al Mediterráneo, aunque hay más viajes sápidos interesantes, desde la suculenta sopa de cebolla a un exquisito y delicado salmón marinado según receta familiar (grandes piezas que se despiezan y maceran en la casa) servido con salsa de eneldo, tacos de pollo mexicanos con guacamole o ¡huevos encapotados!, de procedencia ecológica y elaborados a la manera de la casa. El roast beef, también sui generis en su factura, se acompaña de un exquisito puré de patata. La fondue o la raclette de quesos resultan particularmente idóneos para compartir.
En postres, diversidad tan internacional como en la carta salada: desde brownie con helado de vainilla a los crêpes rellenos de dulce de leche o las tejas de Maud, exquisitas y también según receta familiar. En definitiva, una cocina de preparaciones auténticas bien ultimadas en un precioso entorno, acompañada por una muy destacable oferta de vinos confeccionada con el asesoramiento de renombrados sumilleres.
Cabaña Marconi es un lugar acogedor y singular, de estilo informal, perfecto también para tomar una copa o un cóctel por su horario ininterrumpido a partir de las 13 horas hasta las 12 de la noche.