
Sus mejores vinos junto a los elaborados con su primo, Ricardo Pérez Palacios, se pudieron catar en un fabuloso encuentro celebrado recientemente en La Terraza del Casino de Madrid.
Expectación y cierto desasosiego . No éramos muchos los convidados a esta cata única en la que se podrían probar vinos, también únicos, de nuestro panorama enológico. Tanto por la limitadísima producción de algunas etiquetas- 665 botellas, La Faraona 2012-, como por la inmensa calidad de las referencias que se iban a descorchar.
Como anfitriones sus artífices. Álvaro Palacios, genio de nuestra enología, y su sobrino, Ricardo Pérez Palacios, otro grandísimo nombre en el mundo del vino. Ambos jóvenes y sobradamente preparados, como han demostrado numerosísimas veces a través de su obra. Como maestra de ceremonias, la gran Chelo Palacios, hermana de Álvaro y madre de Ricardo, quien hasta que éstos volaron por libre, llevó la batuta y la responsabilidad en Palacios Remondo (Alfaro), la bodega de su progenitor.
Y hubo un gran homenaje de estos dos winemakers de campanillas respecto a esta casa de la Rioja Baja. Álvaro Palacios expresó en un emotivo discurso, su ?orgullo de esa Rioja Baja , algo antes impensable, que da muy buenas garnachas, unas uvas que ya plantó mi padre, además del tempranillo, claro?. Como referencias, La Montesa 2012 y dos añadas- 2010 y 2011- de Propiedad Viñas Tradicionales. Vinos de preciosos colores cereza, pujantes, astringentes, vivos y con ciertas notas cítricas que les otorga la tierra.
Luego llegó el apartado de Corullón, la tierra berciana, a la que Ricardo Pérez y Álvaro Palacios llegaron en 1999 dispuestos a renovar e impulsar su potencial vitivinícola. Esa mencía atlántica de los monjes, cepas viejas sobre suelos de pizarra muy empinados. Es Pétalos del Bierzo 2011 el que refleja lo mejor de la mencía en estado puro: delicada, frutal, suavemente tánica? eso, tras haber pasado 10 meses en barrica. Luego, Villa de Corullón 2011, palabras mayores, una mencía distinta, pura mineralidad, concentrada, carnosa?. ?Ventana geológica al pasado? afirmó Ricardo Pérez.
Dos primicias excepcionales: Las Lamas 2011 y Moncerbal 2011 (ambas Corullón). Magia, espiritualidad? ¡vinos de 9? o de 10! Especialmente el Moncerbal cuando se afine un poco más.
Así arribamos a Gratallops, "¿por qué no nos dejan hacer vinos de pueblo?". Álvaro Palacios dejaba la pregunta en el aire. "Cuidemos las parcelas, diferenciémoslas, hagamos vinos como los franceses, con carnet de identidad y todas las garantías de procedencia. Nosotros podemos, somos 'viejo mundo', somos España y tenemos una tradición milenaria a nuestras espaldas. Tenemos que vender vino con tipicidad". Gratallops 2011, el 'vi de villa' o 'vino de pueblo' que hunde sus raíces en la uva garnacha (65%) y samsó (cariñena). Tan sólo 8.728 botellas de este vino especiado, con aromas a madera de casa buena, perfumado y vital. Camins del Priorat, la gama más asequible al bolsillo, hecho sin herbicidas en suelos pizarrosos y seculares. Les Terrases 2011 viñas viejas, entre 50 y 60 años, en el que sale la edad y la tierra,con matices largos y potentes. Y ya luego, su Finca Dofí, el primer vino que elaboró Palacios en Priorato y del que ha ido cambiando su composición. Ahora un 95% de garnacha y 5% de otras. Lujo, perfección, gozo...
La apoteosis final se reservaba para la la cena, preparada por Paco Roncero y con la que se sirvieron dos blancos riojanos Plácet (2010 y 2009) de la bodega familiar Palacios Remondo. Luego dos grandes damas: La Faraona 2011 y 2012 (ojo, de ésta última Palacios dijo que era "la añada de mi vida"). Ese Bierzo refinado, consagrado a la mencía y de producciones limitadísimas: 1196 y 665 botellas respectivamente. El delirio hecho vino.
Y así, llegamos a "los" Ermita. Alma de Priorato en esencia. L'Ermita 2011 y 2012, hechos de cepas viejas de garnacha y samsó que reciben más de 3000 horas de sol al año. Y, para mantener su 'DNI', trazas de uvas blancas. Es de destacar que algunos de los vinos de los Palacios llevan algo de uva blanca que se encuentran en esas viñas viejas desde tiempos ancestrales y otorgan ese genuino carácter de la zona a estos tintos sabios. También ocurre con Corullón.
Fueron dieciocho vinos únicos- muchos de ellos vendidos en primeur o por cupos, inalcanzables en el mercado- en una noche única. El