
Arantxa Sánchez Vicario acusó hace tres años a su familia de haberla arruinado. Ahora, tras muchas tensiones y discusiones públicas y en privado, la extenista entierra el hacha de guerra con su familia después de llegar a un acuerdo extrajudicial.
La paz se firmó hace unos días y, según adelanta Vanity Fair, ambas partes planean comunicar en las próximas horas los términos de su acyerdo.
La tenista española más laureada ha retirado ya las denuncias presentadas contra sus padres y sus antiguos gestores y asesores, a los que acusaba de haber cometido delitos de administración desleal y de haber dilapidado una fortuna que ella calculaba en 45 millones de euros.
"Esta vez todos han puesto de su parte y han llegado a un acuerdo", confirmaban a la edición española de Vanity Fair esta mañana fuentes muy próximas a la familia. "Antes estaban enclaustrados por temas muy emocionales que no les permitían hacerlo", añaden las fuentes citadas por la citada publicación.
El juzgado de instrucción número 28 de Barcelona acordaba ayer el sobreseimiento del caso después de que la deportista presentase un escrito, como confirma el auto al que ha tenido acceso Vanity fair, "desistiendo de la querella interpuesta y renunciando a las acciones civiles y penales". Arantxa se retracta así de las duras acusaciones que desde hace tres años mantenía contra su familia.
Una de las claves de este acuerdo habría sido la declaración ante l juez que la extenista tuvo que hacer el pasado mes de febrero junto a su madre, Marisa Vicario, a la que no había visto desde hacía casi cinco años. "Aquello debió de ser un shock para ella. Algo durísimo", asegura una fuente a la publicación.
El enfrentamiento familiar de los Sánchez Vicario comenzó cuando la extenista publicó hace algo más de tres años un libro de memorias en cuya presentación acusó a su padre (enfermo), que había gestionado siempre su carrera, de haberla arruinado. Según Arantxa, entre su progenitor y sus asesores fiscales habían dilapidado una fortuna que ella estimaba en 45 millones de euros.
Sin embargo, al margen de la versión de la extenista, se publicó que Arantxa mantenía una fortuna oculta, entre bienes inmuebles y fondos, de alrededor de 30 millones de euros.
Vanity Fair apuntaba entonces a que el caso podía deberse a una venganza de su segundo marido, Josep Santacana, contra su suegro, quien antes de que se casaran en 2008 había encargado a la agencia de detectives Método 3 un informe sobre él que terminó filtrado a la prensa.
Arantxa y Santacana, junto a sus dos hijos, han rehecho su vida en Miami, donde la familia vive en un ático de lujo en una de las zonas más caras de la ciudad.