
Desde hace unos años, Justin Bieber ha pasado de ser un desconocido a un ídolo de masas. Y si nuestra historia no puede contarse sin hablar de nuestras raíces, es imposible entender del todo al chico canadiense sin conocer a su madre, Pattie Mallette.
Pattie tuvo una infancia dura. Como muchas otras niñas, fue maltratada y sufrió abusos. Su padre abandonó la familia cuando la joven apenas tenía tres años, informa CHANCE.
Según explica la revista ¡Hola!, a los catorce años la madre de Bieber ya sufría problemas de adicción, y poco después se marchó de casa. Algo con lo que todos los adolescentes amenazan a sus padres, pero que ella se atrevió a hacer.
Su emancipación no duró mucho, a los diecisiete años intentó suicidarse, y fue ingresada en un psiquiátrico. Durante su internamiento, una persona cristiana se acercó a hablar con ella y Pattie, como muchas personas desesperadas, encontró esperanzas en la religión.
No obstante, su conversión no duró demasiado. Al dejar el centro, recuperó a sus viejas amistades, y con ellas antiguos vicios. No pasó mucho tiempo antes de que culminase su triste adolescencia con un embarazo no deseado.
Jeremy Bieber y la futura madre del célebre Justin llevaban tres años manteniendo una relación intermitente, tal como recoge ¡Hola!, cuando sobrevino el embarazo.
Retomando sus creencias, Pattie se negó a abortar, lo que todo el mundo le aconsejaba. Decidió llevar a término su embarazo y, en marzo de 1994, Justin llegó al mundo. Tras los dolores del parto, la madre primeriza pensó que el llanto de su hijo no sonaba al lloro de un recién nacido, sino que su hijo parecía cantar. Parece ser que el infante apuntaba maneras desde muy pronto.
Cuando el pequeño tenía 10 meses, la relación entre sus padres terminó definitivamente. Pattie se volcó en su hijo, que ya con 4 años aprendió a tocar la batería.
La Iglesia continuó siendo un apoyo para la familia Bieber. No sólo enseñaron a Justin a tocar la guitarra y el piano, sino que ayudaron económicamente a Pattie y a su hijo. Las ayudas eclesiásticas, de la familia de la joven Mallette, y del Estado de Canadá, contribuyeron a facilitar las cosas a quienes, paradójicamente, se contarían años después entre los más ricos del mundo.
Con el descubrimiento de Justin por parte del productor Scooter Braun, la vida de Pattie cambió a la par que la de su hijo. Dejaron de vivir en el umbral de la pobreza, y el joven pudo cumplir su sueño. Ahora que no tiene que preocuparse por acabar el mes con la cuenta en rojo, Pattie se dedica a escribir. El año pasado publicó Nowhere but up (A ninguna parte que no sea hacia arriba), contando su historia.
En 2013, ha participado en el corto Crescendo, basado en la vida de la madre de Beethoven. En esta producción, la madre del joven fenómeno quiere dar un mensaje de esperanza a otras mujeres que hayan pasado por un embarazo en situación difícil.
Para Pattie, la religión sigue siendo lo más importante. Es de esas personas que creen firmemente en el dicho 'Busca a Dios, y el resto de cosas vendrán por añadidura'. Sin duda, muchas cosas han llegado de la mano de la fama de su hijo, por lo que tal vez para Pattie, Justin es el lugar en el que hallar a Dios.