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Los lujosos mausoleos de la droga

Los narcos de la droga más sanguinarios de Centroamérica eligen la ciudad de Sinaloa, en la región del Culicán, para descansar eternamente. El cementerio de los Jardines del Humaya es un ostentoso y opulento cementerio donde los narcotraficantes más ricos de los clanes de México deciden yacer hasta el fin de los días. Pétreos panteones, amarmolados mausoleos y mastodónticas estancias se distribuyen, a sus anchas, por el millonario cementerio.

Expertos locales en arquitectura y arte funerario resaltan que los elementos comunes de todos los mausoleos de la droga son el mármol, las cúpulas acristaladas, el espacio y las columnas ornamentadas cual panteón griego. Es decir, los narcotraficantes deciden morir como han vivido, envueltos de lujos, ostentación y muerte.

Juan Carlos Ayala, profesor en la Universidad Autónoma de Sinaloa y experto en narcocultura, en declaraciones al diario Universal de México, entiende que los dueños del mercado de la droga mexicano eligen este tipo de mausoleos como "un deseo de mostrar el poder que han tenido y como una necesidad también de supervivencia. Sienten que la opulencia de la cripta puede ser una manera de mantenerse en la memoria de la gente", asegura.

Además del hierático y poderoso exterior, el interior de las tumbas rezuman exclusividad y servicios. Los panteones suelen poseer aire acondicionado, pantallas de televisión, zonas seguras donde los hijos de los clanes puedan jugar, varios baños o habitaciones... todo a ojos de las numerosas cámaras de seguridad que vigilan en todo momento el mausoleo y los nichos para evitar que algún rival quiera vengarse o ultrajar al muerto.

¿Televisión y baño para un muerto? Quizá sería el culmen de la extravagancia, sin embargo, ese tipo de estancias están preparadas para los familiares del muerto. México posee una cultura de la muerte muy diferente a la occidental. Celebrar fiestas y estar en contacto con el muerto y los antepasados es parte de la cultura funeraria mexicana.

Droga, dinero, peligro y tensión es lo que destilan las calles de este multimillonario cementerio, donde los trabajadores del mismo están acostumbrados a presenciar ajustes de cuentas en plenos enterramientos. A pesar del respeto a la muerte, los líderes de los mayores carteles sanguinarios de México llevan las ganas de venganza hasta el final. Es habitual ver todoterrenos lujosos a las puertas de los mausoleos, ir y venir de clanes familiares y escuchar oídos de disparos que no se sabe de donde vienen. Una sensación de paz intranquila y temerosa pero bellamente adornada por las flores y joyas botánicas que forman parte de la ostentación lujosa que busca el narco y su familia.

Además de silencio, lujo y ruidos de disparos, tiene una gran presencia el karma. Una buena parte de los panteones del cementerio se encuentran abandonados, a pesar de que el cuerpo de los capos sigue yaciendo en su interior. ¿La explicación? Son muchos los clanes familiares que una vez muerto su capo, el dinero y la droga desaparecen y son incapaces de mantener la cruenta figura de sus antepasados.

En definitiva, cementerios de narcotraficantes, un lugar donde el honor, el orgullo, la venganza y sobretodo el blanco polvo y el verde papel siguen muy vivos.

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