
Arabia Saudí es uno de los territorios del planeta con más reservas de petróleo. Descubiertas durante el reinado de Abdelaziz bin Abderramán al Saud (1937-1953), Arabia Saudí y su familia real es desde entonces uno de los países más ricos del mundo.
Hallados por topógrafos estadounidenses durante los años 30 del siglo pasado, estos yacimientos petrolíferos permitieron a la dinastía Saud salir de la miseria y convertirse en una de las familias reales más poderosas y ricas del mundo.
Al fondo, Abdelaziz bin Abderramán al Saud
En la actualidad se desconoce el número exacto de miembros de esta familia. Sin embargo, la mayoría de las estimaciones cifran el número de miembros en 7.000, de los que alrededor de 200 acaparan todo el poder y el dinero.
El elevado número de descendientes ha provocado que la sucesión de dinastía Saud haya estado marcada por la traición, la sangre y la envidia. En principio, las reglas de sucesión manifiestan que la transmisión del poder se realiza a hermanos, luego a hermanastros y que el heredero debe ser ratificado por el consejo de familia.
Salman bin Abdelaziz
Sin embargo, este sistema ha llevado a la familia real a una especie de gerontocracia y de luchas internas familiares. Tras la muerte de Ibn Saud, se han producido golpes de estado familiares, muertes naturales y varios reinados de hijos, sobrinos y mediohermanos.
Salman bin Abdelaziz, de 80 años, es el rey de Arabia Saudí desde enero del pasado año y el encargado de administrar una fortuna que alcanza los 1,2 trillones de euros según apunta el portal estadounidense Celebrity Neth Worth.
La ciudad de Riyadh con 100 años de diferencia
Cada uno de los hasta 7.000 miembros de la familia real recibe una asignación económica mensual gracias a la renta petrolera. Si bien es cierto que familiares lejanos y humildes apenas reciben unos 700 euros al mes (eso sí, sin hacer nada) los altos miembros de la familia llegan a recibir cientos de millones al mes y suculentas bonificaciones al finalizar cada año.
Esta fortuna la utilizan para comprar yates de 300 millones de dólares, jets privados de 500, mansiones, joyería e incluso islas privadas. Cabe decir que buena parte del dinero procedente de la explotación petrolífera también se utiliza para construir palacios, hospitales, rascacielos o estadios.