
Las marcas del lujo redefinen su nuevo público objetivo. Además de los millonarios, el sector está como loco por conseguir poner un Henry en su vida.
Henry no es un hombre, es el acrónimo que resume el concepto de High Earners Not Rich Yet, es decir, algo así como grandes fortunas que llegarán a ser ricos. Para ser un Henry hay que tener entre 25 y 34 años, ganar entre los 91.000 y 224.000 euros al año y, especialmente, vivir en los Estados Unidos o China.
Acuñado en 2003 por el país norteamericano, el término Henry sirve, entre otras cosas, para diferenciar al grupo anteriormente descrito con los UHNWI (del inglés Ultra High Net Worth Individuals), que son los que poseen un patrimonio de más de 30 millones de dólares excluyendo su residencia habitual.
A pesar que el objetivo de las marcas de lujo siempre serán los más ricos, el espacio demográfico de aquellos que en un futuro lo van a ser comienza a ser de vital importancia.
Lo cierto, la consultora estadounidense Unity Marketing cifra en 24 millones el número de hogares Henry en Estados Unidos. Mientras, el número de hogares ricos se estima en 3,3 millones de hogares.
Asimismo, los Henry de hoy están acostumbrados al gasto en productos exclusivos (lo que más llama la atención de las marcas). Con un estilo de vida diferente al de generaciones pasadas, los jóvenes con pequeñas fortunas piensan antes en viajar o comprase un Rolex antes de pagarse una boda increíble o comprase una casa espectacular.
¿Cómo acercarse a los Henry? El principal objetivo de cualquier marca de moda es convertir en el mundo electrónico y de dispositivos móviles la exclusividad y experiencia que se obtiene en los puntos de venta físicos.
Por ello, en el contexto electrónico es de vital importancia que las marcas se sitúen como un productor de información donde brinden a los futuros clientes consejos de moda o imagen.