
En Estados Unidos, concretamente en el estado de Florida, está instaurada desde hace años la tendencia de utilizar los carritos de los campos de Golf para los quehaceres de la vida diaria. Salir a comprar el pan, el periódico o ir a desayunar en carrito es algo más que habitual entre los jubilados de Florida.
A pesar de que este tipo de vehículo apenas alcanza los 24 kilómetros hora, para aquellos que lo utilizan resulta un medio de transporte cómodo por su tamaño,de fácil conducción y su batería eléctrica que se recarga en casa. Estas razones han convertido al carrito de golf en el vehículo estrella de las urbanizaciones de lujo americanas.
Las empresas dedicadas a la fabricación de este tipo de coches viendo la utilidad que se les está dando a los carros de Golf, están comercializando una gama de carritos con una serie de mejoras que favorezca la circulación por la carretera. Evidentemente, estás mejoras conllevarán una subida del precio que este tipo de automóviles tiene habitualmente.
Si un carrito de golf al uso tiene un precio que ronda entre los 15.000 y los 25.000 dólares, un precio relativamente asequible teniendo en cuenta el público objetivo, aquellos que están mejor preparados para el transporte por la ciudad rondan los 60.000 dólares. Un ejemplo de esa hornada de carritos de Golf preparados para conducir por carretera es el Garia SLV, el carrito de lujo perfecto.
Este lujoso carro de Golf se construyó en la fábrica en la que se hacen coches de verdad como el Porche Boxster o el Cayenne y sus 15 caballos de fuerza le permiten alcanzar la velocidad de 40 kilómetros/hora.
Con capacidad para cuatro personas, este auto cuenta con los elementos de seguridad necesarios para que sea seguro utilizarlo como coche. Algunos de estos sistemas de seguridad son cinturones, vidrio de seguridad, limpiaparabrisas, espejos laterales, frenos de disco hidráulicos y portaplacas.
A pesar de estos avances, este tipo de automóviles no están preparados para la circulación por carretera. La escasa velocidad, sus escuetas carrocerías o incluso la edad de los conductores puede suponer un riesgo para la circulación. Una temeridad si, además, comparamos su tamaño con el tamaño del resto de coches norteamericanos.