Viaje del mes
Túnez, un país renacido
Pedro Grifol
Es, en superficie, el país más pequeño del Magreb, pero el lugar de encuentro de más civilizaciones mediterráneas. Han sido muchos pueblos de la Antigüedad los que conformaron la personalidad del país: fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos, otomanos... Y otras culturas más recientes lo convirtieron en el sueño colonial francés. Sueño que acabó con el triunfo de la primera revolución histórica del país, que encabezó Habib Bourguiba, un carismático abogado formado en la Sorbona parisina, que se convirtió en el primer Jefe de Estado de la nueva República.
Todo aquello sucedió en 1956... cuando Túnez estrenó su independencia de la mano del 'padre de la nación', un líder con ideas no solo revolucionarias a nivel político, sino también con otros principios con los que pretendía llevar a cabo un verdadero cambio a nivel social. Bourguiba emprendió un acercamiento pragmático a una modernización de carácter más occidental, incluida la abolición de la poligamia. Pensaba que el Islam era una fuerza que frenaba el país y se atrevió con valientes campañas para emancipar a la mujer. Para Bourguiba el hijab era degradante... Pero de aquello ya nadie se acuerda... ¿O sí?
Toda esta breve interpretación histórica para... ¿Ocuparme del tema turístico? Pues sí, porque tenemos que saber en este fascinante país hay vientos -aparte del siroco- que soplan nuevas ideas. Túnez se siente muy occidentalizada, que no sé si es bueno o malo, pero seguro que sí es bueno para el desarrollo del turismo. Si optamos por unas vacaciones de 'todo incluido', nos llevarán a cualquiera ¡qué no son cualquiera! de los espléndidos complejos vacacionales de su costa central en los que no falta de nada para sentirse como un jeque, y el ejemplo no es baladí.
En Hammamet está el mayor complejo turístico del país con hoteles construidos en torno a una ciudad pequeña enclavada en una curva de playas amplias. Sin embargo, su mayor atractivo son los baños -haciendo honor a su nombre -hammamet (baños en árabe)-, ya que las bondades del agua de mar y sus nutrientes hacen que la talasoterapia sea una práctica terapéutica practicada desde la antigüedad. La belleza arquitectónica de los centros talaso en los spas de los hoteles tunecinos hace del baño-talaso-tunecino un destino ya en sí mismo.
Siempre estamos preparados para disfrutar de una buena mariscada acompañada por una Celtia, la cerveza local (una lager muy aceptable) o un vino blanco de Kelibia... para lo cual podemos viajar hasta la isla de Djerba; y después del almuerzo visitar el Museo Lalla Hadria, que nos instruirá sobre todos aquellos detalles de la cultura tradicional del país que enriquecerán a buen seguro nuestro precario acervo cultural en los temas arábigo folclóricos.
De la isla -que no tan isla porque la une al continente una calzada romana- podemos ir al sahara (que es como se dice desierto en árabe). Conduciremos -siempre con guía y en caravana- hasta Tataouine, un conmovedor lugar donde las dunas marcan el horizonte del desierto más grande del planeta, el Sáhara. Aquí todo ya es entregarse a la aventura. Utilizando el campamento Zmela como base de operaciones podemos explorar el desierto a pie, en quad, en camello; visitar los ksar (graneros bereberes), las casas trogloditas excavadas en la roca; y a medida que nos vayamos adentrando en el mar de viento, arena, sol, luna y estrellas, la imaginación de cada uno irá construyendo fantasías, por ejemplo: a George Lucas se le ocurrió hacer La Guerra de las Galaxias.
Cuando volvamos, desearemos volver. Y quizá en el vuelo de regreso a casa reflexionemos sobre la eterna guerra entre las fuerzas históricas: la religión y el laicismo. Ese tipo de batalla que la joven Europa tardó siglos en dilucidar; y que me apetece resumir en la frase: "La prudencia recomienda que a las religiones hay que meterlas en una jaula".
Vayamos a Túnez... a compartir su optimismo, su esperanza y su libertad.
Más información:
Oficina de Turismo de Túnez (www.turismodetunez.com) Tel.: 91 548 14 35