Comunidad Valenciana
El fabricante castellonense de tapicería de coches Jobelsa echa el cierre
- El grupo ha presentado concurso de acreedores tras no lograr refinanciar
- Ha presentado un ERE para la totalidad de la plantilla en Benicàssim
- En los últimos años había realizado inversiones en plantas en Marruecos y Eslovaquia
Ángel C. Álvarez
Valencia,
El parón de las fábricas de automóviles y la caída de la producción el año pasado por la pandemia ya está pasando factura a algunos de sus proveedores.
El grupo castellonense Jobelsa, fabricante de tapicerías y fundas para la industria del automóvil, pondrá fin a su actividad tras más de 50 años, según comunicó a sus trabajadores.
La empresa ha presentado un expediente de regulación de empleo (Ere) de extinción para la totalidad de los empleados de su sede y de su factoría en Benicassim, donde cuenta con 131 trabajadores. Además, el grupo ha solicitado la declaración del concurso de acreedores tanto de su matriz, Indauvil, como de sus sociedades Jobelsa Soft-Trim, Carseat, Marpe-2 y Jobelsa Interiors.
La caída de los ingresos y la pérdida de algunos contratos por los efectos del covid han llevado a la compañía castellonense propiedad de la familia Beltrán a tomar esta drástica decisión, tras acumular pérdidas durante los últimos años. Jobelsa había intentado renegociar su deuda financiera, que superaba los 56 millones de euros según las cifras de sus últimas cuentas publicadas, del ejercicio 2018.
El grupo incluso intentó acogerse al preconcurso para prolongar las negociaciones y evitar la insolvencia. Sin embargo, esa medida no llegó a cuajar y finalmente ha optado por el concurso para su liquidación, que aún no ha sido aprobado por el juzgado.
El fabricante de tapicería trabajaba fundamentalmente para grandes proveedores de asientos y de interiores de las marcas de automoción, como Adient y Lear, aunque también llegó a suministrar directamente a firmas como Ford.
Internacionalización
Precisamente para impulsar su desarrollo fuera de España fue por lo que Jobelsa recurrió a una deuda que finalmente no ha podido asumir. En la última década el grupo abrió sus propias factorías en Marruecos y Eslovaquia, donde concentró su producción textil y llegó a emplear a cerca de 1.500 personas, mientras que en Benicàssim se centró en las actividades de desarrollo de producto y administración.
En el caso de Eslovaquia, la empresa había puesto en venta inmuebles valorados en 8,6 millones de euros para obtener liquidez.
También creó una pequeña planta de montaje final en Barcelona. Unas instalaciones cuyo futuro dependerá ahora de los acreedores y del administrador concursal aún por designar, que podría buscar la venta de esos activos.
En el caso de su factoría en Castellón, la empresa ya ha cerrado un acuerdo con los trabajadores, que han sido representados en las negociaciones por el despacho de abogados Laborea. La compañía se compromete a abonar una parte de la indemnización a los trabajadores.