Dubrovnik, escenario medieval
Pedro Grifol
Dubrovnik, situada en el sur de la Costa Dálmata de Croacia y orillada al Mar Adriático, lleva años siendo un reclamo turístico en auge. Pasear por sus adoquinados callejones supone dar un salto en el tiempo que nos traslada a la Edad Media... cuando la ciudad se llamaba Ragusa. Y como ocurre en tantas otras ciudades de la Vieja Europa, su devenir existencial está plagado de acontecimientos de los que guarda patente huella su viejo corazón.
Tras las Cruzadas, Ragusa (actualmente Dubrovnik) pasó a estar sometida a la soberanía de la República de Venecia (1205 -1358). La ciudad estaba fortificada y tenía dos puertos y dos puertas de entrada. Posteriormente la ciudad fue austro-húngara. En el siglo XIV fue renombrada como República de Ragusa, y no fue hasta 1918 que se convirtió en la actual Dubrovnik. Así que lo mejor es meternos en el espíritu de un ragusino para entrar en la ciudad, porque la mayoría de los edificios del casco antiguo pertenecen a esa época.
Nuestro primer día lo pasaremos prácticamente recorriendo el centro de la ciudad. La entrada principal al conjunto histórico se realiza por la puerta de Pile, en cuyo arco vemos al patrón de la ciudad, San Blas. Franqueada la puerta, se abre a la vista la avenida Stradum, que cruza la ciudad y desemboca en el puerto, y que es un auténtico museo a cielo abierto; enlosado en mármol, este paseo peatonal, pulido por las pisadas de la Historia, ha sido el principal testigo de la azarosa vida de la ciudad. Paradas obligadas para la foto y para escuchar lo que dice el guía son: la fuente Onofrio, con sus 16 máscaras de piedra chorreantes de agua; la iglesia de San Salvador, que fue uno de los pocos edificios sobrevivientes al terremoto de 1667; el monasterio franciscano, con su peculiar claustro donde merece la pena ver los peculiares capiteles que rematan las columnas; y la plaza Luza, núcleo del mercado ambulante los días feriados, y donde se erige la columna de Orlando, que representa un caballero medieval con la peculiaridad de que su antebrazo fue la medida oficial de longitud de la República: el codo de Dubrovnik: 51,1 cm... (todo es cultura).
Avenida Stradum.
En nuestra visita, no es extraño que nos crucemos en el paseo con alguna troupe de actores ataviados con ropajes medievales porque parece que la ciudad tiene un gancho especial para filmar historias del Medievo. Los fans de Juego de Tronos no tienen que perderse la visión frontal de la escalinata barroca que conduce a la iglesia de San Ignacio de Loyola. Allí una de las protagonistas de la popular serie es condenada a redimir sus pecados llevando a cabo el 'camino del arrepentimiento', en el cual deberá atravesar la ciudad, completamente desnuda, soportando las carcajadas de sus súbditos.
Dubrovnik, escenario de 'Juego de Tronos'.
Su calvario se inicia en lo alto de la escalinata. Existe un Juego de Tronos Tour (dubrovnik-walking-tours.com) que nos guía a las localizaciones de la serie. En la parte alta de la escalera hay una plaza, Rudera Boskovica, donde hay uno de los mejores restaurantes de la ciudad, Kopun (restaurantkopun.com), cuya especialidad es el capón guisado con miel, salsa de naranja amarga y vino blanco, una receta que proviene del siglo XVI.Después de cenar, los visitantes más clásicos pueden tomar café en el Gradska Kavana, (nautikarestaurants.com/gradska-kavana-arsenal), que es toda una institución y está en pleno centro; y los más modernos pueden ir en busca del gin-tonic (aquí también está de moda) al Cueva Bar (hotel-more.hr), situado dentro de una cueva junto al mar. Para vivirlo y contarlo.
Desde Dubrovink hay excursiones organizadas para visitar calas y rincones secretos...
Pero si es amante de esos preciados bivalvos llamados científicamente ostrea edulis, no deje pasar la oportunidad de ir a Ston (ston.hr). El cultivo de estos moluscos es la actividad de la mayoría de los vecinos del pueblo. Su intenso sabor es reconocido y premiado allá por donde se el producto se presenta. El lugar es minúsculo, pero sus restaurantes son grandes y generosos. ¿Puede imaginar una bandeja de ostras con una botella de champán en una cubitera?: es un desayuno posible en Vila Koruna (vila-koruna.hr). Y, naturalmente, lo más importante es el precio: 1,40 euros la pieza.
Ostras de Ston.
Merece la pena quedarse en el pueblo para degustar este excelso manjar, y tampoco es mala idea quedarse a dormir. Así, de buena mañana, podremos visitar las salinas y dar un paseo por sus peatonales murallas. Se dice que la Muralla de Ston es el segundo sistema defensivo más grande del mundo, después de la Muralla China, por eso se la conoce con el sobrenombre de "la muralla china europea". Pasear por la muralla... para 'bajar' las docenas de ostras es un buen plan. ¡Anímese!
Cómo ir
Puedes volar a Dubrovnik en temporada desde Madrid, con Iberia y Norwegian, y desde Barcelona, con Vueling y Norwegian.
Más información: www.visitacroacia.es y info@visitacroacia.es