Transportes

Aeropuertos sin pasajeros: ¿para qué sirven?

  • No todos los aeródromos de la red de Aena se dedican a vuelos comerciales
Aeropuerto de Ciudad Real. <i>Foto: Archivo</i>.

África Semprún

En 2016 pasaron 230,2 millones de pasajeros por la red de aeropuertos de Aena. Fue un año récord. A pesar de la buena marcha del turismo y de la recuperación del sector aeronáutico, que apuntan a otro año de máximos, no todos los aeropuertos españoles han registrado crecimientos en los últimos años. | Más noticias en la revista digital gratuita elEconomista Transporte.

No en vano, aeródromos como el de Son Bonet, Salamanca, Sabadell o Valladolid han visto pasar por sus instalaciones menos viajeros en lo que va de año que en el mismo periodo del año anterior -el 75% de los pasajeros se concentra en apenas siete aeropuertos de los 45 que gestiona el grupo-. Esto se debe a que, pese a la tupida red aeroportuaria que vertebra y conecta toda la Península y las islas, no todas las infraestructuras se dedican principalmente a la operación de vuelos comerciales. Pero... si no se usan para que alguien viaje directamente de Nueva York a Sabadell... ¿para qué sirven los aeropuertos sin tráfico de pasajeros de Aena?

¿Cuál es su uso?

La otra red de aeropuertos, que se caracteriza por tener infraestructuras pequeñas y, en algunos casos, menos de 3.000 pasajeros al año, se utiliza para facilitar la operación de vuelos escuela -formación de pilotos-, para trabajos aéreos, aviación privada o deportiva, el mantenimiento de aviones o como base para los servicios de Estado como Policía, Guardia Civil, servicios contra incendios (Bomberos), médicos y movimientos de helicópteros. Este tipo de actividades no se podrían realizar fácilmente en los grandes aeropuertos de la red, que están centrados en la aviación comercial y reciben millones de pasajeros al año, como El Prat en Barcelona o Barajas en Madrid. Así, el papel de Cuatro Vientos o de Sabadell es fundamental para descongestionar esas instalaciones de ese tipo de actividades.

Estos dos aeródromos, que no superan los 5.000 pasajeros al año, llevan casi un siglo funcionando en nuestro país, como el de Son Bonet, pero incluso los aeropuertos que se reconvirtieron en comerciales antes de que estallara la crisis económica se han transformado en los últimos años para diversificar su actividad y acoger otra serie de servicios que les permita ser más útiles y prestar servicios complementarios.

Por ejemplo, durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se invirtieron 45 millones de euros en convertir el aeropuerto de Burgos en una instalación comercial. Se construyó una nueva terminal y se reabrió al público en 2011. Tras varios años intentando atraer a las compañías de bajo coste con ayudas autonómicas, Aena decidió reconvertirlo para darle un uso más acorde a su ubicación y a las necesidades de la red. Este aeropuerto fue el primero de la red en poner en marcha la flexibilización del uso de las instalaciones, lo que le permite funcionar durante determinados periodos como un aeródromo de uso restringido. Los servicios más habituales que presta son el transporte aéreo sanitario -emergencias, traslado de pacientes y órganos para trasplantes-, aviación privada, escuelas de vuelo y entrenamiento -el Aeroclub de Burgos cuenta con dos aeronaves basadas para la formación de pilotos- aviación ejecutiva, vuelos de Estado y trabajos aéreos, como fotografía aérea, cartografía, seguimiento de las líneas eléctricas u oleoductos.

En el caso de Cuatro Vientos, segundo aeródromo madrileño, decano de la red, conviven actividades civiles y militares, y tiene 50 empresas instaladas, de las que 15 son escuelas de pilotos y tripulantes de cabina. También tiene base ahí la Dirección General de la Policía y la Dirección General de Tráfico, así como empresas de mantenimiento de aeronaves y de formación de técnicos de mantenimiento y de manejo de drones. Aunque el elevado número de empresas y de servicios no se refleja. Entre enero y agosto de este año, Cuatro Vientos ha registrado 31.218 operaciones.

En Sabadell la historia se repite. Es una instalación que concentra ocho escuelas de pilotos, como Dream Flyers Pilots, Barcelona Flight School o Aerogavina, y que en 2016 alcanzó las 36.000 operaciones.

O en el aeropuerto de Son Bonet, de Palma de Mallorca, que también tiene escuelas de pilotos, empresas de helicópteros y está disponible para aviación general.

El aeropuerto de Huesca es otro ejemplo de aeropuerto que ha tenido que readaptarse. Así, se invirtieron 40 millones en reconvertir el aeropuerto que finalmente se está dedicando a la formación de pilotos de aviones y de drones desde 2015. Además, tiene un número elevado de operaciones del helicóptero de servicio de rescate de montaña de la Guardia Civil.