La regulación de la fibra de la CNMC todavía puede dar muchos bandazos
Antonio Lorenzo
La propuesta de regulación de la fibra óptica diseñada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) no puede darse por definitiva. Ni mucho menos. El diablo está en los detalles y precisamente en ellos fijarán su atención en los próximos días tanto el regulador como los distintos operadores de telecomunicaciones afectados.
Telefónica ya ha puesto el grito en el cielo y ha lanzado los mensajes a navegantes para quien quiera escucharlos. Básicamente, la teleco amenaza con frenar su inversión en nuevas redes si tiene que compartirlas con sus rivales. Por lo pronto, el horizonte se tiñe de negro para la industria auxiliar, para los proveedores de infraestructura y para el desarrollo tecnológico en zonas urbanas que por ahora estaban en lista de espera de la fibra.
Vodafone España también es consciente de la provisionalidad de la regulación tal y como se desprende de un reciente comunicado donde se alerta sobre la evolución de los precios del acceso virtual a la fibra óptica de Telefónica (Neba local), "las funcionalidades y plazos de disposición del acceso virtual a la red de fibra óptica de Telefónica, o la mejora del régimen de acceso a ductos y verticales, entre otros". Por todo lo anterior, el operador rojo recalca que "lo positivo del proyecto de medida se echaría a perder si la letra pequeña de la regulación favorece al incumbente o si la decisión sobre estos temas no se adopta en plazos útiles".
El propio regulador recalca que la resolución aprobada el pasado 18 de noviembre por la CNMC "es un proyecto de medida", por lo que, "no supone la entrada en vigor de la nueva regulación". Así, durante el próximo mes, la normativa tiene que pasar por el filtro de la Comisión Europea, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo y el Ministerio de Economía y Competitividad. Por último, el regulador sectorial deberá retocar lo que considere en función de las objeciones de las autoridades nacionales y comunitarias.
Ahora bien, si nada cambia respecto a la propuesta actual, la compañía que preside Luis Miguel Gilpérez tendría media docena de negocios ajenos a la fibra en los que invertir el dinero con altas certidumbres de obtener pingües retornos. Los 14 millones de unidades residenciales pasados con super banda ancha fija de Telefónica es una cifra considerable para que el operador se concentre en captar clientes y olvidarse de conquistar nuevos hogares potenciales.
Basta con alzar levemente la mirada y descubrir, por ejemplo, que la puja por los derechos de las tres próximas Ligas es un bocado lo suficientemente relevante para apostar por ellos. En la pelea con Mediapro y otras compañías, Telefónica acudirá con la artillería que considere necesaria para no dejar a sus abonados sin el mejor fútbol español. También existen otros contenidos audiovisuales lo suficientemente atractivos como para incorporarlos a su catálogo. Al margen del fútbol, Movistar atesora las principales ferias taurinas, los mundiales de motociclismo, la Fórmula 1, el baloncesto de la NBA y ACB, el fútbol americano y los principales torneos de tenis. En poco tiempo explorarán otros mercados deportivos, como sucederá con la liga española de rugby.
El despliegue de telefonía 4G sobre la banda de 800 Mhz, también es un asunto en el que Telefónica tendrá que tirar de talonario más pronto que tarde. Asimismo, existen otras actividades que serán estratégicas en los próximos años y en las que el operador podría reforzarse, como sucede con el denominado Internet de las Cosas (IoT), el cloud o el Big Data.