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La economía y el objetivo público

  • Se está percibiendo, en demasiados países, que vamos hacia una caquistocracia
  • Las mentiras de cualquier índole deberían inhabilitar a quien las cometa en el ejercicio de su cargo
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España

Josu Imanol Delgado y Ugarte

Al menos teóricamente, el objetivo público de todo gobierno debiera ser que todos sus gobernados puedan llegar a alcanzar los mejores niveles en todos los ámbitos de la vida y que, por ende, sus sociedades alcancen su óptimo. Para ello, lógicamente, los organismos de gobierno deber estar integrados por personas preparadas y con alta competencia para realizar esa necesaria gestión pública. Pero se está percibiendo, en demasiados países, que esto no es así dando lugar a una caquistocracia.

Uno de los orígenes de esto es la falta de cultura del esfuerzo que conlleva elegir el camino fácil a pesar de que no sea ético. Por eso estamos en una sociedad en la que la mentira se ha hecho cuasi norma y, por lo tanto, la verdad es algo revolucionario. Pues vemos cómo los gobernantes mienten hasta en ámbitos inusitados y, lejos de que sea algo negativo, se les premia con unos votos que incluso aumentan. Ellos sólo apelan siempre a la emoción y nunca a la razón, provocando la división en vez de la unión de los integrantes de las sociedades.

Esta falta de ética está sustentada en una pésima formación cultural, que da lugar a una nimia intelectualidad y que permite que personas de carácter menor se encuentren adoctrinando en los medios de comunicación.

Se debe fijar en la perversión del lenguaje que conlleva a todo esto. Antes eran medios de información, lo que conllevaba que su información debiera ser veraz. Ahora son medios de comunicación, y lo que hacen es comunicar algo que no tiene que ser veraz, sólo la idea de alguien.

Es algo irrefutable que la política, como ya decía Maquiavelo, es el arte de engañar deliberadamente. Pero ahora a través de todos los medios existentes (tecnológicos, de comunicación etc.) se están alcanzando unos niveles hasta ahora desconocidos. Pues los votantes, cuando depositan su voto llamados por un programa electoral que habitualmente no es cumplido, no son tenidos en cuenta en toda la legislatura. Y esos gobernantes hacen y deshacen a libre albedrío, decidiendo sobre asuntos por los que nadie les ha dado expresa representación para ello, a espaldas de la ciudadanía, o sea el pueblo llano.

El poder seduce, corrompe, intimida y embrutece, pero para eso están la ética y los medios de información que informen verazmente y señalen todos los actos ilícitos que se produzcan.

Hoy es cada vez es más evidente que gobiernos supranacionales se están haciendo con el poder de muchas áreas y que dictan normas que parecen emanadas de una codicia camuflada en un liberalismo económico que adoctrina esgrimiendo una libertad espuria. Porque es algo indiscutible que dicho adoctrinamiento genera un nihilismo que sólo beneficia a los poderosos, creando una desigualdad que empobrece al resto y que abocará en un empobrecimiento de ellos también. Por supuesto que existen límites, pero no los que exponen ellos, como por poner unos ejemplos, el del número de personas existentes y el crecimiento socioeconómico que sustenta sus objetivos.

La economía se encarga de todo lo relativo a la asignación óptima de los recursos. Por ello resulta ser una herramienta y nunca un fin en sí misma que establezca objetivos que dejen de lado a los integrantes de las sociedades y a ellas mismas.

Nuestras sociedades adolecen de no tener una información económica que haga su realidad comprensible. Los datos que se exponen suelen ser, por lo general, tendenciosos y no ofrecen toda la verdad. Sólo hay que pensar en los de crecimiento económico, donde se oculta en su comunicación la manera de obtenerlos, pues de ello depende su entendimiento. Por ejemplo, si es originado por algunas acciones de los estados a través de una deuda excesiva resulta no ser un buen dato. O también sobre empleo, pues utilizando según qué método de contabilización, y ocultando el origen público del dato y su estacionalidad, dan como bueno algo que no lo es tanto.

Lo cierto es que, en general, la productividad laboral se va reduciendo inexorablemente. Y existen muchas posibilidades negativas, entre ellas la guerra, commodities, patentes etc., que hacen que sea imposible despreocuparse de la evolución económica deseada como sugieren los gobernantes generalmente. Pues nos encontramos en un mundo que geoestratrégicante es tan cambiante que hay que estar muy pendiente del posible devenir de las cosas, que parece que no va ser todo lo respetuoso con la libertad del ser humano que debiera. No vaya a ser que cuando se haya perdido nuestra libertad, al menos, como la hemos percibido hasta ahora, no sea ya revertible la situación.

Y no se olvide de que un líder protege y guía a mejores sitios a sus liderados. Y que el liderazgo se encuentra sustentado en la confianza y el respeto que un líder puede generar en ellos. Por lo que las mentiras de cualquier índole deberían ser algo que inhabilite a quien las cometa en el ejercicio de su cargo.