Las personas con insomnio tienen un riesgo tres veces mayor de sufrir depresión
- La población española adulta duerme un 50% de las horas mínimas recomendadas
Ana Sánchez
La sociedad española, como ocurre con todas las occidentales, se caracteriza por ser una sociedad que no duerme demasiado. Según la Federación Española de sociedades de medicina del sueño, la población española duerme un 50% menos de las horas mínimas recomendadas, siendo el grupo de población con edades comprendidas entre los 45 y los 65 años es el que menos duerme. La privación parcial de sueño tiene consecuencias a corto y a largo plazo sobre la salud y aumenta la mortalidad porque facilita la aparición de otro tipo de enfermedades que acortan la esperanza de vida.
Uno de los primeros efectos es que se produce un aumento de la reactividad del centro regulador de las emociones en el cerebro (amígdala), lo cual produce alteraciones en el estado de ánimo. En caso de que estas alteraciones se mantengan a largo plazo, las personas que duermen menos acaban teniendo hasta tres veces más de probabilidades de acabar sufriendo una depresión clínica y un riesgo al menos 1,5 veces superior de padecer trastornos de ansiedad si se compara con la población sin insomnio.
Pero la falta de sueño también produce problemas de tipo neurocognitivos. "De alguna forma, estamos forzando el sistema a que en algún momento empiece a fallar. Cuando dormimos menos de forma mantenida se producen alteraciones en la capacidad de atención, pero también se alteran otras capacidades cognitivas, como la creatividad y la capacidad de toma de decisiones en base a diversas circunstancias", explica Diego García-Borreguero, director de la clínica Instituto del Sueño, neurólogo y experto en trastornos del sueño.
Este mal descanso también afecta a la salud general, puesto que algunas de las consecuencias médicas que produce la falta de sueño crónica son la obesidad, la diabetes tipo 2, un incremento del riesgo cardiovascular, alteraciones inmunológicas con mayor predisposición a infecciones especialmente respiratorias, y, según algunos estudios, incluso tumores. Dormir poco eleva los niveles de cortisol, lo cual aumenta el riesgo cardiovascular y el riesgo cerebrovascular.
Las personas que no descansan lo suficiente tienden más a la obesidad. El apetito viene regulado por dos sustancias: las lectinas y las grelinas. Las primeras producen la sensación de saciedad sobre el hipotálamo, mientras que las segundas son las sustancias que producen el apetito. "Si no dormimos, producimos menos lectinas. Esto se traduce en que tardamos más en darnos cuenta de que hemos comido suficiente. El resultado a largo plazo es que las personas que duermen poco tienden más a la obesidad", afirma el experto.
Pero también se produce un cambio a la sensibilidad a la insulina que crea una preferencia por los carbohidratos. Este cambio de preferencias gira aún más a lo que se conoce como "atracones" de sustancias con un alto contenido de carbohidratos. Según el neurólogo, con el desorden de horas de sueño, la población tiende a hacerse más nocturna, lo que condiciona que es conducta impulsiva aumente por la noche.
Ante la situación de déficit de sueño durante la semana, muchas personas recurren a los fines de semana para saldar la deuda. Según el experto, "a lo largo de la semana se produce un déficit de sueño que es saldado, si se puede, los fines de semana. Dormir más el fin de semana elimina la sensación de cansancio, pero los efectos de la falta de sueño sobre el metabolismo no mejoran". Por tanto, "se recupera algo, pero es mínimo".