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Una neuróloga revela cómo afectan los trastornos del sueño a las personas con Parkinson: "Un impacto directo en la calidad de vida"

La enfermedad de Parkinson es un tipo de trastorno del movimiento. Fuente: Canva.

elEconomista.es

La neuróloga del Hospital Universitario de Cabueñes (Asturias), Jessica González, ha señalado que los trastornos del sueño son una de las manifestaciones no motoras más frecuentes e incapacitantes de la enfermedad de Parkinson (EP), al tiempo que ha advertido de que tienen "un impacto directo tanto en la calidad de vida de quienes la padecen como en la de su entorno más cercano".

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Así lo ha asegurado González durante su intervención en el 11º Desafío en Neurología, un encuentro celebrado Madrid y organizado por la biofarmacéutica AbbVie. Durante dos jornadas, especialistas de todo el país han analizado la enfermedad desde una perspectiva integral, bajo el lema 'Un paso adelante'.

Según la especialista, muchos pacientes con enfermedad de Parkinson presentan alteraciones del sueño (hasta el 98% según algunos estudios), así como un alto porcentaje de cuidadores ven mermada su calidad de su descanso debido a la enfermedad.

"Durante mucho tiempo, la noche fue la gran olvidada en el abordaje del Parkinson. Cuando empezamos a prestar atención a lo que ocurría mientras dormían, descubrimos que la enfermedad impacta profundamente en el descanso de los pacientes y de sus familias", ha manifestado González, quien, además, ha subrayado la necesidad de atender estos síntomas de forma integral.

Al hilo, González ha explicado que las personas que acompañan y asisten a quienes viven con Parkinson se ven "intensamente afectadas" por estos trastornos, ya que los síntomas nocturnos se suman a la carga física y emocional del día a día, interrumpiendo su propio descanso. "Sabemos que quienes están al lado de pacientes con problemas de sueño también experimentan una calidad de vida significativamente peor. La falta de descanso repercute en su capacidad laboral y en su bienestar físico y emocional", ha afirmado.

Para la experta, el insomnio, la alteración del sueño REM, la apnea, la nicturia o el síndrome de piernas inquietas son algunos de los problemas más habituales. "Dormir mal repercute en el desempeño diario: hay más somnolencia, aumenta el riesgo de caídas y empeora tanto el rendimiento físico como el cerebral", ha apuntado.

Precisamente, estas alteraciones del sueño están estrechamente relacionadas con un empeoramiento de la funcionalidad por un peor rendimiento cognitivo. "Sabemos que los trastornos del sueño contribuyen a la funcionalidad de los pacientes y a su atención con un alto impacto sobre su calidad de vida y la de sus cuidadores", ha explicado González.

Más detalles

Durante su ponencia 'El día y la noche', la especialista ha destacado la importancia de mantener una conexión continua tanto con el paciente como con su entorno. "En el Parkinson, y en los trastornos del sueño en particular, no disponemos de un marcador claro. No hay una analítica ni una resonancia que nos indique si alguien duerme mal o se despierta por la noche. Por lo que dependemos de lo que nos cuentan. Por eso es fundamental preguntar siempre al paciente: cómo duerme, cuántas horas, si el sueño es reparador", ha detallado.

En este sentido, las personas que conviven con los afectados suelen aportar información clave, al detectar comportamientos que estos a veces no pueden percibir porque ocurren durante el sueño. Por todo ello, González insiste en la importancia de una relación médico-paciente basada en la confianza.

"Es esencial que haya una comunicación fluida que permita a los pacientes y a sus familias compartir cualquier síntoma, por insignificante que parezca. A menudo, un detalle menor puede ser la pista que nos ayude a identificar un trastorno y tratarlo adecuadamente", ha ahondado.

A tener en cuenta

La Enfermedad de Parkinson (EP), que afecta a más de 150.000 personas en España, es un trastorno neurodegenerativo crónico que afecta al sistema nervioso central, produciéndose una pérdida o deterioro progresivo de las neuronas dopaminérgicas, ubicadas en una región del cerebro conocida como sustancia negra.

A medida que la EP progresa, la capacidad de controlar los síntomas se reduce y se produce un empeoramiento tanto de los síntomas motores como de los no motores. Esta heterogeneidad de los síntomas dificulta el diagnóstico inicial e implica que su grado de afectación difiera de un paciente a otro.

Entre los síntomas motores, uno de los más relevantes se denomina bradicinesia, término que se utiliza para referirse a la ralentización del movimiento que en la vida cotidiana se expresa en forma de lentitu. Respecto a los síntomas no motores destacan los problemas que dificultan el sueño que, aunque socialmente son menos conocidos, tienen una prevalencia de entre el 42 y el 98 por ciento. También los pacientes pueden presentar otros como: depresión, ansiedad, fatiga, problemas cognitivos, dolor muscular o problemas del tracto gastrointestinal.