La sorprendente adicción de unos insectos: un grupo de científicos crea moscas enganchadas a la cocaína para estudiar el abuso de esta sustancias
- La clave residía en cambiar el sentido del gusto de estos animales
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elEconomista.es
Un grupo de científicos ha creado por primera vez moscas de la fruta modificadas genéticamente que han desarrollado una adicción a la cocaína, cuyo hallazgo ha sido publicado en la revista Journal of Neuroscience y recoge la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología.
Esta investigación supone un avance revolucionario en la búsqueda de tratamientos eficaces para los trastornos por abuso de la cocaína, que afecta a aproximadamente 1,5 millones de personas en Estados Unidos. Según datos del Ministerio de Sanidad de 2024, más del 2% de la población de entre 15 y 64 años había consumido cocaína en el último año.
Este experimento ofrece una herramienta ágil y económica para estudiar los complejos mecanismos genéticos y neurológicos de la adicción, un campo donde la influencia hereditaria es clara pero difícil de desentrañar por la cantidad de genes implicados. "La reacción de las moscas a la cocaína es sorprendentemente similar a la de los humanos. Con dosis bajas se vuelven hiperactivas y con dosis altas se paralizan. Igual que nosotros", explica Adrian Rothenfluh, profesor asociado de psiquiatría en la Universidad de Utah y principal autor del estudio.
Comparten la mayoría de genes con humanos
Las moscas comparten alrededor del 75% de los genes humanos implicados en enfermedades y ya han sido clave en investigaciones sobre otras dependencias. Su rápida reproducción y facilidad para la manipulación genética las convierten en candidatas ideales para avanzar en el abuso de sustancias.
Uno de los problemas más fundamentales que surgió durante la investigación fue que las moscas, en estado natural, rechazaban la cocaína, incluso aunque se les ofreciera mezclada con agua azucarada. Por este motivo, la clave residía en el sentido del gusto. "El sistema nervioso de las moscas está programado para evitar toxinas vegetales, como la cocaína", indica Travis Philyaw, otro de los autores del estudio.
Trasladar los hallazgos a los mamíferos
Después de silenciar los receptores del gusto que detectan el sabor amargo, consiguieron que las moscas comenzaran a consumir agua azucarada con bajas dosis de cocaína y, en apenas 16 horas, desarrollaron una clara preferencia por la mezcla, un comportamiento nunca antes observado.
"Podemos estudiar cientos de genes en poco tiempo y trasladar los hallazgos a modelos más complejos como los mamíferos. Eso acelera el desarrollo de tratamientos dirigidos", apunta Philyaw.