Salud Bienestar
Cristina Petratti, nutricionista: "Lo mejor de cara al verano es comer alimentos frescos y saciantes de temporada"
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elEconomista.es
La especialista en Obesidad y Nutrición de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), la doctora Cristina Petratti, ha recomendado aprovechar el verano para cambiar hábitos y combatir la obesidad en una época asociada con el descanso, algunos excesos como atracones de comida o un mayor consumo de bebidas "desaconsejadas" y la "desconexión" de la rutina diaria del resto del año.
En profundidad
"Podemos y debemos huir de esta concepción y, al contrario, indagar sobre las múltiples posibilidades que esta época del año nos ofrece no sólo para mantener hábitos de salud positivos, sino incluso para iniciarlos o reforzarlos", ha manifestado Petratti.
En ese sentido, ha subrayado que el verano es el "momento ideal para reconectar con uno mismo, gestionar el hambre emocional y comenzar (o sostener) una transformación real", y ha rechazado frases comunes al inicio de la época estival como "ya no llego a la operación bikini" o "me puse cualquier cosa, porque ya da igual", resaltando que el abordaje de la obesidad no se encuentra ni en el cuerpo "perfecto" ni en la obtención de "resultados puntuales", sino en el bienestar sostenido.
"Las personas no necesitan más exigencia, sino cuidarse, parar, empezar de nuevo. Y el verano puede ser ese punto de inicio para cuidarse sin exigencias", ha manifestado.
Tras ello, ha argumentado que el verano es una buena época para iniciarse en estos cambios debido a la reducción del estrés, que está relacionado con la obesidad a través de varios mecanismos fisiológicos y conductuales, además de contar con un mayor tiempo para prestar una mayor atención a la alimentación y al ejercicio físico.
Más detalles
La experta ha recalcado que el estrés crónico activa el eje hipotálamo-pituitario-adrenal, lo que provoca la liberación sostenida de glucocorticoides, como el cortisol, que pueden aumentar el apetito y la preferencia por alimentos altamente calóricos y palatables, contribuyendo al aumento de peso y la obesidad.
Asimismo, el estrés crónico puede alterar la regulación del apetito a través de cambios en las hormonas relacionadas con la saciedad y el hambre, como la leptina y la grelina; y puede influir en el comportamiento alimentario al aumentar la vulnerabilidad a la adicción a la comida, debido a la interacción del estrés con los circuitos de recompensa en el cerebro, lo que puede llevar a un consumo compulsivo de alimentos ricos en azúcar y grasa, y provocando un "ciclo vicioso" de estrés y alimentación.
Para abordar esta situación, Petratti ha aconsejado gestionar las emociones propias a través de preguntas como '¿Qué estoy sintiendo cuando busco comida sin hambre?', '¿Qué otra cosa podría darme placer o contención?', '¿Qué necesito decir o expresar que estoy silenciando con comida?', así como iniciar un 'diario emocional' para plasmar conductas y emociones vinculadas al proceso de cambio.
"En el diario emocional puedes registrar los momentos de enfado, alegría, tristeza, qué haces de forma automática y qué cambio has podido introducir y cómo. Cuando empiezas a conocerte puedes hacer cambios más profundos", ha afirmado, señalando que "llevar un diario emocional te brinda información crucial para hacer los ajustes necesarios para acercarte a los objetivos: proporciona una visión clara de cómo las emociones influyen en la motivación, y puede ser útil para identificar patrones que la refuercen o la debiliten".
La doctora ha insistido en que este tipo de herramientas pueden ayudar a luchar contra el hambre emocional, que "no se combate con dietas, sino con herramientas de regulación emocional y hábitos sostenibles", destacando que esta gestión emocional supone un 70 por ciento del éxito de cualquier abordaje encaminado a perder peso y a mantenerlo en el tiempo.
Recomendaciones
Para aquellas personas con obesidad, Petratti ha aconsejado planificar las comidas con libertad y estructura, sin rigidez, pero con claridad; moverse al menos 15 minutos al día; entrenar la mente a través de meditaciones guiadas, escritura emocional y respiración consciente; tomar agua y dormir las horas suficientes; y ser autocompasivo.
En el caso de aquellas que no presenten obesidad, la especialista ha instado a "abandonar" la dicotomía del "todo o nada", recordando que un helado no arruina la salud ni una ensalada la construye.
Del mismo modo, ha señalado la importancia de comer alimentos frescos y saciantes de temporada; revisar hábitos emocionales; y conectar con el cuerpo "desde el placer" y no "desde la lucha".
Por otro lado, también ha desaconsejado caer en dietas extremas para sentirse mejor con su cuerpo, motivo por el que cree que es mejor "descansar del 'castigo' de una dieta" para rebajar la autoexigencia y "reencontrarse" con el disfrute.
Es por ello por lo que ha recomendado realizar pequeños cambios sostenibles, usar un lenguaje más amable con uno mismo y tener una mirada más integral, no solo focalizada en la pérdida de peso en la báscula, sino también atender las emociones, el sueño, el movimiento o el estrés.
"Para cambiar, no hace falta hacerlo del todo ni de forma radical, sino que debe empezarse con conciencia, con autocompasión y con compromiso propio", ha agregado.
Petratti se ha apoyado en 21 estudios que avalan el impacto positivo del cambio de hábitos y del trabajo emocional en el tratamiento de la obesidad, y en los que se demuestra que el 86 por ciento de los que siguieron pautas de bienestar mental mejoraron el comer emocional, los atracones y el mantenimiento del peso.
"Cultivar hábitos conscientes, gestionar emociones y reconectar con el cuerpo tiene una impacto real, medible y sostenible en la salud", ha manifestado.