Salud Bienestar

La enfermedad caracterizada por movimientos repetitivos y que afecta más a los hombres que a las mujeres

El síndrome de Tourette es un trastorno neurológico con inicio en la infancia o adolescencia. Fuente: Pexels.

Raúl González Pérez

El síndrome de Gilles de la Tourette es un trastorno neurológico que se manifiesta primero en la adolescencia o en la infancia, antes de los 18 años. Y no solo eso: suele ser más frecuente en niños que en niñas en una proporción de hasta tres niños por cada niña afectada.

Síntomas

Por lo general, los primeros síntomas son movimientos involuntarios (tics) de la cara, de los brazos o del tronco, los cuales son rápidos y repetitivos. Aunque el más habitual es un tic facial, pueden reemplazarlo o añadirse otros tics del cuello y de los miembros.

También pueden ser complicados e involucrar a todo el cuerpo, como dar pisotones o patear. Es más, numerosas personas han revelado haber sentido lo que se describe como impulsos premonitorios. Sí, hacemos referencia al impulso de llevar a cabo una actividad motora.

Por si fuera poco, pueden producirse otros síntomas como el toqueteo, los trastornos obsesivos, los pensamientos y los movimientos reiterados. De igual manera, hay tics vocales, que se producen mayoritariamente junto con todos los movimientos.

Tratamiento

Con respecto al tratamiento, debe centrarse en suprimir o reducir los síntomas, apoyar la adaptación del niño/a y favorecer su proceso de desarrollo. Eso sí, hay varios tipos de medicación que se utilizan y mejoran el trastorno de Tourette.

Los principales fármacos en el tratamiento del trastorno son los neurolépticos, por ejemplo el haloperidol, pimozida, risperidona y olanzapina, observándose mejoría en hasta un 60-80% de los niños tratados. Otro no neurolépticos que puede ayudar es la clonidina, con una respuesta de hasta el 50%.

Ahora bien, debe usarse con cuidado debido a que puede dar problemas cardiacos y de hipotensión. Con todo ello cabe destacar que el tratamiento tiene que ser individualizado y se debe llevar a cabo un seguimiento para ver si mejoran los síntomas o aparecen efectos secundarios.