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¿Qué es el síndrome de Tourette? Estos son los principales órganos afectados

  • Se caracteriza por la presencia de tics motores y vocales involuntarios y repetitivos
  • El principal órgano afectado por el síndrome de Tourette es el cerebro
  • Es un trastorno neurológico muy estigmatizado por su particularidad
El síndrome de Tourette se caracteriza por la presencia de tics motores y vocales involuntarios y repetitivos

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El síndrome de Tourette es un trastorno neurológico que se caracteriza por la presencia de tics motores y vocales involuntarios y repetitivos. Los tics pueden variar en intensidad y tipo, y suelen manifestarse en la infancia, entre los 5 y 10 años.

Aunque se desconoce su causa exacta, se cree que factores genéticos y alteraciones en ciertos neurotransmisores del cerebro, como la dopamina, juegan un papel clave en su aparición. A continuación, profundizaremos en los órganos afectados, síntomas, causas y tratamientos disponibles para esta condición.

Órganos afectados por el síndrome de Tourette

El principal órgano afectado por el síndrome de Tourette es el cerebro, específicamente las áreas relacionadas con el control motor y los impulsos. Los circuitos neuronales involucrados en el procesamiento del movimiento, principalmente los ganglios basales y el lóbulo frontal, están alterados en personas con Tourette.

Esta disfunción provoca que los individuos experimenten movimientos y sonidos involuntarios, conocidos como tics. Aunque los tics afectan la movilidad y el habla, no causan un daño directo en otros órganos del cuerpo. Sin embargo, la calidad de vida puede verse afectada debido a las dificultades sociales y emocionales que conllevan los síntomas.

¿Cómo saber si una persona tiene el síndrome de Tourette?

El diagnóstico del síndrome de Tourette se basa principalmente en la observación clínica de los tics motores y vocales. Los tics deben haberse presentado antes de los 18 años y persistir por al menos un año para que se considere un diagnóstico de Tourette. Los tics motores pueden incluir parpadeo excesivo, sacudidas de cabeza, movimientos de los brazos y otros gestos. Los tics vocales incluyen la emisión de sonidos como gruñidos, toses, palabras repetitivas o incluso la repetición de palabras obscenas (coprolalia), aunque este síntoma es menos común.

Es importante que los padres o cuidadores observen estos síntomas, ya que a menudo se confunden con otros trastornos del desarrollo o comportamentales. Un neurólogo o psiquiatra infantil es el profesional adecuado para realizar un diagnóstico certero.

Los tics del síndrome de Tourette suelen manifestarse en la infancia, entre los 5 y 10 años.

Causas del síndrome de Tourette

Aunque no se conoce una causa exacta del síndrome de Tourette, las investigaciones sugieren que se debe a una combinación de factores genéticos y ambientales. Las personas con antecedentes familiares de tics o de otros trastornos neurológicos tienen un mayor riesgo de desarrollar el síndrome. Las alteraciones en los neurotransmisores, como la dopamina y la serotonina, que regulan la comunicación entre las neuronas, también juegan un papel crucial en el desarrollo de los síntomas.

No existe un solo gen responsable del síndrome de Tourette, lo que indica que la causa genética es compleja y multifactorial. Además, ciertos factores ambientales, como infecciones o complicaciones durante el embarazo o el parto, podrían aumentar el riesgo de que un niño desarrolle esta afección.

Tratamientos para el síndrome de Tourette

No existe una cura definitiva para el síndrome de Tourette, pero hay tratamientos para gestionar los tics y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen. Los tratamientos se dividen principalmente en tres categorías:

  • Medicamentos: Algunos fármacos pueden reducir la gravedad de los tics. Los bloqueadores de dopamina, como el haloperidol, y otros medicamentos neurolépticos pueden ayudar a controlar los tics más graves. Sin embargo, estos fármacos pueden tener efectos secundarios significativos.
  • Terapia conductual: La terapia conductual basada en la reversión de hábitos (CBIT, por sus siglas en inglés) ha demostrado ser efectiva para algunos pacientes. Esta terapia enseña a las personas a reconocer los impulsos antes de un tic y a reemplazarlo por una acción voluntaria que no interfiera con la vida diaria.
  • Estimulación cerebral profunda (DBS): En casos graves donde los tics son incapacitantes y no responden a otros tratamientos, se puede considerar la estimulación cerebral profunda. Este procedimiento quirúrgico consiste en implantar electrodos en áreas específicas del cerebro para regular la actividad neuronal y reducir los tics.