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¿En qué se diferencian la hepatitis B y la C? Todo lo que debes saber

  • Hay importantes diferencias en su transmisión, evolución, tratamiento y prevención
  • Destacan por ser más graves porque pueden evolucionar a enfermedad crónica
  • Determinar cuál es más grave depende de varios factores. Te los contamos
Las hepatitis más graves son la B y la C.

elEconomista.es

La hepatitis es una inflamación del hígado que puede tener diversas causas, entre ellas las infecciones virales. Entre las hepatitis virales más comunes se encuentran la hepatitis A, B y C, pero la B y la C destacan por ser las más graves debido a que pueden evolucionar hacia una enfermedad crónica, con posibles complicaciones como la cirrosis y el cáncer de hígado.

Aunque ambas son enfermedades hepáticas virales, hay importantes diferencias entre la hepatitis B (VHB) y la hepatitis C (VHC), tanto en su transmisión y curso clínico como en su tratamiento y prevención. A continuación explicamos las principales diferencias entre la hepatitis B y C en aspectos como su detección, manejo y prevención.

¿Qué es la hepatitis B?

La hepatitis B es una infección viral causada por el virus de la hepatitis B (VHB). Este virus afecta directamente al hígado, y puede ser tanto aguda como crónica. El virus de la hepatitis B se transmite principalmente a través de la sangre, los fluidos corporales y de madre a hijo durante el parto.

Las principales vías de transmisión incluyen el contacto sexual sin protección, compartir agujas o jeringas (especialmente entre personas que usan drogas inyectables), y recibir transfusiones de sangre no seguras, aunque estas últimas son cada vez menos frecuentes gracias a los avances en la seguridad de las donaciones de sangre.

Una característica importante de la hepatitis B es que existe una vacuna eficaz para prevenir la infección, la cual se administra de forma rutinaria en muchos países. La hepatitis B puede ser una enfermedad aguda autolimitada, en la que el sistema inmunológico del cuerpo elimina el virus. Sin embargo, en algunos casos, especialmente cuando la infección ocurre en la infancia, puede volverse crónica, lo que aumenta el riesgo de desarrollar complicaciones hepáticas a largo plazo como la cirrosis o el cáncer de hígado.

Los síntomas de la hepatitis B pueden variar, desde casos asintomáticos hasta cuadros severos de ictericia, fatiga, fiebre, náuseas y dolor abdominal. En las infecciones crónicas, los síntomas pueden no aparecer hasta que la enfermedad ya ha causado un daño significativo al hígado.

¿Qué es la hepatitis C?

La hepatitis C es una infección viral causada por el virus de la hepatitis C (VHC). También afecta al hígado, al igual que la hepatitis B, puede ser tanto aguda como crónica, pero la mayoría de las personas que contraen hepatitis C desarrollan una infección crónica, que puede permanecer silenciosa durante décadas antes de manifestarse clínicamente.

Este virus se transmite principalmente a través del contacto con sangre contaminada. Aunque es menos común, la transmisión sexual o de madre a hijo también es posible, pero ocurre con menos frecuencia que en la hepatitis B.

A diferencia de la hepatitis B, actualmente no existe una vacuna para prevenir la infección por el VHC. Sin embargo, los avances recientes en el tratamiento han cambiado sustancialmente las perspectivas para la gente que padece esta enfermedad. Con la llegada de los antivirales de acción directa, más del 90% de las personas con hepatitis C crónica pueden curarse después de un tratamiento de corto plazo.

La hepatitis C suele ser asintomática en sus fases iniciales. En la fase crónica, al igual que con la hepatitis B, las personas pueden desarrollar cirrosis, insuficiencia hepática y cáncer de hígado. Es por eso que muchas veces se la denomina la "epidemia silenciosa", ya que las personas pueden estar infectadas durante años sin saberlo.

Diferencias entre la hepatitis B y la C

Aunque ambas son infecciones virales que afectan al hígado, la hepatitis B y la hepatitis C presentan diferencias significativas:

  • Virus causante: La hepatitis B es causada por el VHB, mientras que la hepatitis C es causada por el VHC. Estos virus pertenecen a diferentes familias y tienen estructuras genéticas distintas.
  • Transmisión: Si bien ambas hepatitis se transmiten a través de la sangre, el VHB tiene una mayor facilidad de transmisión por vías no sanguíneas, como la transmisión sexual y de madre a hijo durante el parto, lo que no es tan común en la hepatitis C. En cambio, la hepatitis C se transmite principalmente por la sangre, especialmente en usuarios de drogas intravenosas que comparten agujas.
  • Curso de la enfermedad: La hepatitis B puede ser aguda o crónica, pero en muchos casos el cuerpo elimina el virus sin necesidad de tratamiento. En la hepatitis C, en cambio, la mayoría de las personas que la adquieren desarrollan una infección crónica.
  • Vacunación: Existe una vacuna eficaz para prevenir la hepatitis B, que se recomienda desde la infancia. Por otro lado, no hay vacuna para la hepatitis C, lo que hace que la prevención dependa principalmente de evitar el contacto con sangre infectada.
  • Curación: Aunque la hepatitis B tiene tratamientos antivirales para controlar la infección crónica, rara vez se puede eliminar completamente el virus. En cambio, la hepatitis C tiene una tasa de curación superior al 90% con los tratamientos actuales.

¿Cuál es más grave?

Determinar cuál es más grave entre la hepatitis B y C depende de varios factores. La hepatitis B tiene un mayor potencial de transmisión debido a su capacidad de propagarse a través de diversas vías. Sin embargo, las personas con hepatitis C tienen un mayor riesgo de desarrollar infección crónica (hasta el 85% de los casos), lo que incrementa considerablemente las probabilidades de cirrosis o cáncer de hígado si no se trata.

Ambas formas de hepatitis pueden ser igualmente graves en cuanto a sus complicaciones a largo plazo, como la cirrosis y el cáncer hepático, pero la hepatitis C es a menudo más insidiosa debido a su naturaleza silenciosa y la falta de síntomas en sus primeras etapas.

¿Cómo se tratan?

El tratamiento para la hepatitis B varía dependiendo de si la infección es aguda o crónica. En la mayoría de los casos agudos, el tratamiento no es necesario, ya que el cuerpo elimina el virus por sí mismo. Para los casos crónicos, los medicamentos antivirales como el tenofovir y el entecavir pueden ayudar a controlar el virus y reducir el riesgo de daño hepático, pero no eliminan el virus completamente.

En el caso de la hepatitis C, los avances recientes en los tratamientos han hecho posible la curación de la infección crónica en más del 90% de los casos. Los antivirales de acción directa (AAD) son medicamentos altamente efectivos que, en un tratamiento de entre 8 a 12 semanas, pueden eliminar el virus del cuerpo.