¿Cómo sé si tengo un ataque de gota? Síntomas, causas y tratamientos de la enfermedad
- Se desarrolla por a la acumulación de cristales de ácido úrico en las articulaciones
- Estos cristales son los que desencadenan el dolor y la inflamación
- Un ataque de gota puede ocurrir cuando los niveles de ácido úrico suben a niveles críticos
elEconomista.es
La gota, a pesar de ser una enfermedad conocida desde la antigüedad, sigue siendo motivo de preocupación en la actualidad debido a su impacto en la calidad de vida de quienes la padecen. Este trastorno, caracterizado por ataques agudos de dolor e inflamación en las articulaciones, tiene múltiples facetas que deben ser comprendidas para su adecuado manejo.
Descubre a continuación qué es la gota, sus causas, los factores desencadenantes de un ataque, los síntomas que presenta, los tratamientos disponibles y la importancia de buscar la atención de un especialista en reumatología para su abordaje.
¿Qué es la gota?
La gota es una forma de artritis que se desarrolla debido a la acumulación de cristales de ácido úrico en las articulaciones. El ácido úrico es una sustancia que se produce durante el metabolismo normal de las purinas, presentes en algunos alimentos y también generadas por el propio organismo. Cuando los niveles de ácido úrico en la sangre son demasiado altos, pueden formarse cristales en las articulaciones, desencadenando episodios de dolor e inflamación característicos de la gota.
Causas de la gota
Las causas subyacentes de la gota suelen estar relacionadas con la hiperuricemia, es decir, niveles elevados de ácido úrico en la sangre. Esto puede deberse a una combinación de factores genéticos y ambientales. Entre las causas comunes de hiperuricemia se encuentran una dieta rica en purinas (como mariscos, carnes rojas y vísceras), el consumo excesivo de alcohol (especialmente cerveza y licores destilados), la obesidad, enfermedades renales y ciertos medicamentos, como los diuréticos.
¿Cuándo y por qué se produce un ataque de gota?
Un ataque de gota puede ocurrir cuando los niveles de ácido úrico alcanzan un punto crítico y los cristales de urato se depositan en las articulaciones, desencadenando una respuesta inflamatoria aguda. Varios factores pueden aumentar el riesgo de experimentar un ataque de gota, incluyendo cambios en la dieta o en los patrones de consumo de alcohol, deshidratación, estrés, lesiones en las articulaciones y ciertas condiciones médicas.
Síntomas de un ataque de gota
Los síntomas de un ataque de gota suelen aparecer de manera repentina y pueden variar en intensidad. La articulación más comúnmente afectada es el dedo gordo del pie, aunque también pueden involucrarse otras articulaciones como las rodillas, los tobillos, las muñecas y los codos. Los síntomas típicos incluyen dolor intenso, enrojecimiento, hinchazón y sensibilidad en la articulación afectada. El dolor puede ser tan severo que incluso el contacto leve con la articulación resulta insoportable.
Por lo general, los ataques suelen durar hasta dos semanas. La frecuencia varía de unas personas a otras y lo normal es no tener síntomas entre un ataque y otro. Si no se tratan y se toman medidas, los ataques pueden volverse más frecuentes con el tiempo y ser más largos.
Tratamientos de la gota
El tratamiento de la gota tiene como objetivos principales aliviar el dolor durante un ataque agudo, reducir la inflamación, prevenir la recurrencia de los ataques y controlar los niveles de ácido úrico en la sangre. Para el alivio del dolor y la inflamación durante un ataque agudo, se pueden utilizar medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) como el ibuprofeno o el naproxeno. En casos más graves o cuando los AINEs no son suficientemente efectivos, se pueden administrar corticosteroides o colchicina.
Además del tratamiento agudo, es importante implementar estrategias a largo plazo para prevenir futuros ataques. Esto puede implicar cambios en la dieta para reducir la ingesta de purinas y alcohol, pérdida de peso en casos de obesidad, mantenerse bien hidratado y evitar ciertos medicamentos que puedan aumentar los niveles de ácido úrico. En algunos casos, puede ser necesario recurrir a medicamentos que ayuden a reducir los niveles de ácido úrico en la sangre, como los inhibidores de la xantino oxidasa (alopurinol, febuxostat) o los uricosúricos (probenecid).
Acude a un reumatólogo
Dada la complejidad de la gota y la necesidad de un enfoque integral para su manejo, es fundamental buscar la atención de un especialista en reumatología. Los reumatólogos son médicos especializados en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del sistema musculoesquelético, incluyendo la gota.
Estos profesionales cuentan con los conocimientos y la experiencia necesarios para evaluar adecuadamente la enfermedad, determinar el mejor plan de tratamiento para cada paciente y brindar seguimiento continuo para garantizar su bienestar a largo plazo.