Salud Bienestar

Un nuevo estudio encuentra relación entre el lorazepam y la supervivencia con cáncer de páncreas

iStock

Sergio Guinaldo

Las benzodiazepinas, como el diazepam o el clonazepam (entre muchas otras) son una clase de medicamentos que suprimen cierta actividad del sistema nervioso central para aliviar síntomas como la ansiedad, el insomnio o las convulsiones. Y estos, con bastante frecuencia, se recetan a pacientes que sufren diversas enfermedades, para que ayuden en los problemas derivados tanto de la propia enfermedad como del tratamiento.

En este sentido, un estudio elaborado por investigadores del Roswell Park Comprehensive Cancer Center (Nueva York) ha encontrado una relación entre el consumo de lorazepam (uno de los muchos tipos de benzodiazepinas) y peores resultados para los pacientes con cáncer de páncreas.

En concreto, el estudio, publicado en Clinical Cancer Research, una revista de la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer (AACR), ha hallado que estos pacientes tienen una supervivencia libre de progresión más corta que los pacientes que no tomaron lorazepam.

"Cuando estudiamos la respuesta a la terapia, pensamos en tratamientos como la quimioterapia o la inmunoterapia, pero los pacientes también reciben muchos medicamentos para la ansiedad y el dolor", explica Michael Feigin, profesor asociado de farmacología y terapéutica en el Roswell Park Comprehensive Cancer Center y autor principal del estudio. "Queríamos comprender el impacto de algunos de estos medicamentos de cuidados paliativos en el tumor", indica Feigin.

Alprazolam o lorazepam

Para llegar a esta conclusión, tanto Feigin como sus compañeros evaluaron cuántos pacientes tratados en su propio centro tomaban benzodiazepinas durante el tratamiento de cáncer. De entre todos los tipos de cáncer analizados (melanoma de próstata, páncreas, ovario, riñón, cabeza y cuello, endometrio, colon, mama o cerebro), los pacientes con cáncer de páncreas tenían la tasa más alta de consumo de benzodiazepinas. Concretamente, el 40,6 %, diez puntos por encima de la media. Por ello, los investigadores se centraron en este grupo.

Posteriormente, examinaron la relación entre el uso de benzodiazepinas y la supervivencia en pacientes con cáncer de páncreas. Los datos se ajustaron por edad, raza, sexo, etapa y progresión de la enfermedad y tratamientos recibidos, cualquier uso de benzodiacepinas se asoció con un riesgo 30 % menor de muerte relacionada con el cáncer de páncreas. Sin embargo, cuando Feigin y sus colegas estudiaron la relación entre las benzodiazepinas individuales y los resultados sobre el cáncer de páncreas, encontraron notables diferencias.

Los pacientes que tomaron alprazolam tuvieron un 62 % menos de riesgo de progresión de la enfermedad o muerte en comparación con los que no tomaron alprazolam. Por el contrario, los pacientes que tomaban lorazepam tenían un riesgo 3,83 veces mayor de progresión de la enfermedad o muerte que los pacientes que no tomaban lorazepam.

Y al ampliar el mismo estudio a otros tipos de cáncer, los expertos encontraron que el alprazolam rara vez se asoció con resultados significativamente diferentes. Sin embargo, el uso de lorazepam se correlacionó con una supervivencia general significativamente peor en el cáncer de próstata, ovario, cabeza y cuello, útero, colon y mama, así como en el melanoma, con efectos que van desde un aumento del riesgo del 25 % hasta un aumento del riesgo del 116 %.

La posible razón

"Algunos estudios anteriores examinaron el efecto de las benzodiazepinas en el crecimiento de células tumorales utilizando modelos sin un microambiente. Dado que el microambiente del tumor juega un papel importante en la biología del cáncer de páncreas, queríamos saber qué le están haciendo las benzodiazepinas al microambiente", profundiza Feigin.

Abigail Cornwell, primera autora del estudio y estudiante de posgrado en el laboratorio de Feigin, ha dirigido estudios que muestran que el lorazepam puede activar una proteína llamada GPR68, la cual aumenta la expresión de la citoquina IL-6, que a su vez promueve la inflamación en el microambiente del tumor pancreático, lo que lleva a un mayor crecimiento tumoral. Sin embargo, solo una clase de benzodiazepinas, llamadas benzodiazepinas n-no sustituidas (que incluyen lorazepam, clonazepam, nordiazepam y oxazepam), podría activar GPR68. Las benzodiazepinas n-sustituidas (incluidos alprazolam, diazepam y temazepam) no tuvieron efecto sobre la activación de GPR68.

"Creemos que el mecanismo se reduce a una diferencia en la estructura entre diferentes benzodiazepinas", considera Feigin. "El alprazolam tiene el efecto contrario al lorazepam; no tiene impacto en GPR68, pero reduce de forma potente la IL-6, y creemos que esto reduce el potencial inflamatorio de estos tumores", expone.

Sin embargo, los autores creen que es pronto para aconsejar a los pacientes que tomen o dejen de tomar un determinado medicamento u otro, ya que todavía "hay mucho más que aprender en términos de implicaciones clínicas". Además, los autores del estudio señalan importantes limitaciones, como diferencias en las dosis de benzodiacepinas administradas a pacientes humanos para diferentes indicaciones que no se tuvieron en cuenta o diferencias en la dosificación óptima de benzodiacepinas entre ratones y humanos. Además, algunos de los experimentos con ratones se realizaron en tumores implantados por vía subcutánea que tienen un microambiente diferente al de los tumores que se desarrollan en el páncreas. Por ello, el autor considera que el próximo paso a dar debe ser un ensayo clínico en el que se evalúe prospectivamente los efectos del lorazepam y el alprazolam en los resultados del cáncer de páncreas y el microambiente del cáncer de páncreas.