El neurólogo Álvaro Sánchez Ferro (SEN): "Tenemos esperanza de que haya algún tipo de cura para el Parkinson"
- Los nuevos tratamientos prometen atacar las causas de la enfermedad
- El 40% de los pacientes carece de temblores, el síntoma más famoso
- ¿Qué es el Parkinson? Síntomas y cómo detectar cuando empieza
Alicia Sánchez Romero
Las buenas noticias están llegando al terreno del Parkinson, como ya está sucediendo en otras enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. El doctor Álvaro Sánchez Ferro, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología (SEN), asegura que se encontrará "algún tipo de cura" para la enfermedad, basada en el desarrollo de los nuevos fármacos que actúan contra las causas de esta patología cerebral, y no solo contra los síntomas.
Lo que sucede en las personas que desarrollan la enfermedad es que, por razones desconocidas, comienzan a depositarse en sus cerebros proteínas atípicas. "Son proteínas que todos tenemos. Es como si se acumularan sustancias tóxicas en el cerebro de estas personas y, a medida que se acumulan, se van dañando las neuronas", explica el doctor, que también aclara que estas sustancias se depositan sobre las áreas relacionadas con el movimiento.
Después de años en los que apenas se ha avanzado en los tratamientos, todos los focos están puestos en los medicamentos que buscan eliminar las proteínas anormales. "Estos fármacos que se están desarrollando para contrarrestar la enfermedad son anticuerpos que se pegan a esas proteínas y las eliminan", detalla. No curan el Parkinson, pero sí que puede ralentizar el avance de la enfermedad.
En este sentido, la mayor sorpresa tiene que ver con los famosos fármacos contra la diabetes y la obesidad. Según se ha observado, los pacientes con Parkinson que los toman también experimentan una mejoría de la enfermedad. "Se piensa que es porque regulan el mecanismo de acción y el metabolismo de la célula. El efecto es muy pequeño, pero es muy interesante", ha dicho, señalando que "hay varios ensayos que tienen que replicarse, pero que pueden tener utilidad en este sentido".
Otras terapias innovadoras son las génicas, con virus que se introducen en el cuerpo para tratar de proteger el cerebro, y el HIFU, una técnica de ultrasonidos que permite tratar la zona afectada sin cirugía abierta en la sala de resonancia magnética. Mientras se realiza la técnica, los pacientes permanecen despiertos en todo momento.
Actualmente, se está investigando mucho en España a este respecto. De hecho, científicos de la Clínica Universidad de Navarra están desarrollando un estudio basado en esta técnica que podría tener la clave para ralentizar la enfermedad.
Se trata de una técnica dirigida al núcleo subtalámico del cerebro, una zona que ve aumentada su actividad por la pérdida de dopamina que caracteriza al Parkinson, por lo que, si se bloquea o reduce esta actividad, mejora la supervivencia de las neuronas que producen la dopamina.
Esta técnica ya se usa para mejorar los síntomas del Parkinson, y lo que se pretende ahora es comprobar si la destrucción controlada de las neuronas de esta zona mejora el proceso neurodegenerativo de esta enfermedad. Una investigación publicada en Movement Disorders en la que se ha sometido a HIFU en un solo lado del cerebro de 20 personas ha demostrado una mejoría media de los temblores en el 90%, y de la rigidez y la torpeza del 70%.
Con todo, una de las principales dificultades asociadas al Parkinson es la falta de un diagnóstico precoz, pues la enfermedad se detecta con, al menos, dos años de retraso. De nada sirven los tratamientos innovadores si la enfermedad se encuentra demasiado tarde. Como ocurre en el Alzheimer, el diagnóstico es clínico en la mayoría de los casos, si bien ahora se están potenciando técnicas para detectar marcadores de la enfermedad en líquido cefalorraquídeo e incluso en sangre. "Esto va a permitir adelantar cuándo podremos intervenir, porque, ahora, cuando se actúa, la enfermedad puede llevar varios años desarrollándose", asegura.
El temblor, un síntoma no tan común
El temblor es el principal síntoma que se asocia a las personas con Parkinson, conformando todo el imaginario colectivo relacionado con la enfermedad. Sin embargo, hasta el 40% de los casos carece de estas famosas señales.
Pero, aunque no todos tiemblen, sí es cierto que los síntomas motores, es decir, todos aquellos relacionados con el movimiento, conforman el rasgo más característico de la enfermedad. "Los síntomas son esencialmente problemas relacionados con el movimiento: los pacientes no utilizan bien la mano para abrocharse una camisa, su escritura se hace más pequeña, no pueden firmar con un bolígrafo y tampoco pueden batir un huevo, entre otras actividades", comenta Sánchez Ferro.
Más allá de los síntomas motores, que evolucionan a medida que avanza la enfermedad, hay otras señales que no se expresan físicamente pero que son igualmente reveladoras, tales como la depresión, la ansiedad, los problemas de estreñimiento, la fatiga excesiva y algunos problemas cognitivos.
Así, el principal factor de riesgo para el desarrollo de esta enfermedad es la edad. De hecho, se estima que un 1% de la población a partir de los 60 o 65 años lo padece o lo padecerá. En total, la prevalencia en España se estima en unos 150.000 casos, la mayoría de ellos población envejecida. Con todo, el neurólogo aclara que "no es una enfermedad solo de ancianos", pues un 20% de los pacientes se diagnostican por debajo de los 50 años e incluso hay algunos que todavía no han llegado a la treintena. "Cuanto más joven, más carga genética tiene la enfermedad y, cuanto más mayor, más carga ambiental", explica.
Dentro de esta carga ambiental se distinguen algunos factores que contribuyen a la enfermedad: la exposición a pesticidas, vivir en entornos rurales, beber de aguas de pozos, el consumo de productos lácteos frescos, los golpes en la cabeza, el consumo de ácido úrico. "Son cosas que de manera aislada no tienen importancia pero que, de manera combinada, con la edad hacen que se acaben desencadenando estas enfermedades", asegura el neurólogo.