Salud Bienestar
El accidente nuclear de Palomares produce aún "efectos duraderos"
- EEUU señala España no es capaz de ocuparse de los residuos radiactivos
- Groenlandia y las Islas Marsall también han sufrido accidentes nucleares
Juan Ignacio Álvarez
Un reciente informe del servicio de auditoría interna del Gobierno de los Estados Unidos alerta de que los restos del accidente nuclear de Palomares, ocurrido hace 58 años, "aún producen efectos duraderos" relacionados con cambios en la explotación de tierras agrícolas", al tiempo que recuerda a los poderes ejecutivo y judicial de su país que "la asistencia de EEUU es vital para resolver el problema de contaminación residual en el sitio de Palomares", lo que está en sintonía con las demandas del Gobierno Español.
El informe, elaborado por la Oficina de Responsabilidad del Gobierno norteamericano, una entidad independiente, con fecha del 31 de enero de este año, adelantado por el diario ABC, revela también que "desde 2015 no ha habido avances significativos en las negociaciones entre Washington y Madrid para poder hacer que Estados Unidos se haga responsable del almacenamiento final para resolver el problema de la contaminación final de los restos", puesto que la Comisión Europea ha señalado que España no cuenta con instalaciones capaces de almacenar el suelo contaminado.
El informe considera que la ayuda de los Estados Unidos es "vital" para que España "solucione el problema" y recoge las negociaciones entre el presidente estadounidense, Joe Biden, y el presidente español, Pedro Sánchez, "para continuar saneando Palomares". En este sentido, el 6 de mayo del año pasado el gobierno de EEUU comunicó a España su predisposición para abordar la limpieza de Palomares después de que nuestro país reactivara el expediente de limpieza de esta localidad almeriense.
En la mañana del 17 de enero de 1966 se produjo sobre Palomares, una pedanía del municipio almeriense de Cuevas del Almanzora, la colisión de un bombardero B-52 con armamento nuclear y un avión nodriza de la base de Morón de la Frontera (Sevilla) de las Fuerzas Aéreas de EEUU durante una operación rutinaria de repostaje en vuelo. En 1953 España y EEUU habían firmado un acuerdo de defensa que permitía a este último el uso de instalaciones españolas en apoyo de la defensa mutua.
Como consecuencia del accidente, cuatro bombas y los restos de los aparatos se esparcieron sobre cientos de hectáreas en el litoral y el mar de la zona, de forma que dos de las armas nucleares impactaron en el suelo y sus nueve kilos de combustible nuclear se diseminaron por la zona, en forma de óxidos de plutonio, uranio y americio, fundamentalmente.
Tras el accidente, Estados Unidos, una vez delimitadas las áreas contaminadas, procedió a su limpieza, lo que implicó a 844 parcelas. Se limpiaron un total de 1,15 kilómetros cuadrados de suelo, se incineraron 3.700 cargas de vegetación y se enviaron 1.400 toneladas de escombros a Estados Unidos para su destrucción en una centro de tratamiento ubicado en el estado de Carolina del Norte.
El documento destaca que el hecho de que las actividades de limpieza de Palomares estén detenidas y continúen sin cambios desde hace varios años perjudica las exportaciones agrícolas procedentes de la zona. Explica también que, "aunque el impacto radiológico potencial para el público parece ser muy pequeño", la "reevaluación de la contaminación remanente" que se hizo entre 1998 y 2022 llevó a descubrir que "parte de la contaminación residual era mayor de lo que se había estimado inicialmente" y a la restricción del uso de suelo total y parcial.
Añade que, en 2009, nuevos análisis "mostraron niveles de exposición radiactiva superiores a los prescritos, lo que se llevo a que se tomara el control sobre los terrenos con el actual vallado y señalización".
Según la auditoría de la oficina, el mayor riesgo radica en el desarrollo de la zona, puesto que desde mediados de la década de los ochenta hasta los noventa, Palomares experimentó cambios significativos que aumentaron su desarrollo agrícola y urbano. En este sentido, se construyeron estanques de almacenamiento de agua y terrazas de cultivo en las zonas contaminadas para favorecer la irrigación extensiva. Por otro lado, algunas de las tierras contaminadas, la cuales habían sido calificadas como rurales y sin uso agrícola, fueron reclasificadas como terrenos urbanizables.
Groenlandia e Islas Marsall
El organismo gubernamental analiza en el mismo informe, de 64 páginas, otros dos enclaves donde existe contaminación radiactiva derivada de actividades de Estados Unidos durante la Guerra Fría. Uno de ellos es Groenlandia, donde en la década de los sesenta se enterraron líquidos radiactivos en el hielo mientras operaba una base una base experimental con misiles nucleares. Respecto a este territorio autónomo danés, el informe señala que sus autoridades han expresado su temor de que dichos restos radiactivos se desentierren o liberen como consecuencia del deshielo que provoca en cambio climático.
El otro emplazamiento al que hace referencia la auditoría de la Oficina gubernamental estadounidense son las Islas Marshall, donde EEUU llevó a cabo 67 pruebas con armas nucleares entre 1946 y 1958. Este país, ubicado en el océano Pacífico, "se sigue albergando una contaminación significativa" en varios atolones que fueron contaminados con lluvia radiactiva.