Salud Bienestar

Las enfermedades laborales le cuestan a la UE el 3,3% del PIB

  • El 60% de las jornadas de trabajo perdidas se deben al estrés
  • Enfermedades como la depresión tienen un coste anual de 92.000 millones

Isabel M. Gaspar

De media, las personas dedicamos un 30% de nuestra existencia a trabajar, es decir, mucho tiempo. Por ello, el trabajo tiene un importante impacto en diferentes esferas de la vida, siendo una de las más relevantes la salud.

No en vano, en 2021, por primera vez, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) pusieron cifras a cómo interviene el trabajo en la vida de las personas. Así, las enfermedades y los traumatismos relacionados con el entorno laboral provocaron la muerte de 1,9 millones de personas.

Este estudio ha tenido en cuenta 19 factores de riesgo ocupacional, como la exposición a largas jornadas laborales, a la contaminación del aire, a asmágenos, a sustancias carcinógenas, a riesgos ergonómicos y al ruido. En este sentido, el riesgo principal fue la exposición a largas jornadas laborales, que estuvo vinculada a unas 750.000 muertes. La exposición en el lugar de trabajo a la contaminación del aire (partículas en suspensión, gases y humos) provocó 450.000 muertes.

Por otro lado, la OMS señala que, al menos, 400 millones de personas sufren lesiones profesionales. En el caso de España, el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, indica que existe una enorme incidencia de los trastornos musculo-esqueléticos en la morbilidad laboral (el 32% de los accidentes de trabajo, el 83% de las enfermedades profesionales y el 53% de las patologías no traumáticas).

Además del impacto obvio que esta realidad tiene en el bienestar social, también supone un coste económico importante. A este respecto, la Agencia Europea para la Salud y Seguridad en el Trabajo estima que las enfermedades y lesiones causadas en el trabajo cuestan a la Unión Europea unos 476.000 millones de euros al año, es decir, sobre el 3,3% del PIB.

La relevancia de esta materia queda patente en el hecho de que España ha dado luz verde a la Estrategia de Seguridad y Salud Laboral 2023-2027. El objetivo es reducir la siniestralidad laboral y procurar anticiparse a las posibles amenazas y riesgos para la salud de las personas trabajadoras. Por primera vez, la salud mental constituye un lugar prioritario en la estrategia, como también lo es apoyar a las pequeñas empresas en la gestión preventiva o elevar el nivel de protección de los colectivos vulnerables.

La nueva dimensión de la salud mental

Desde hace algunos años, y más concretamente tras la pandemia, la importancia de la salud mental ha alcanzado una nueva dimensión en la sociedad y, por supuesto, en los entornos laborales. Se calcula que el 15% de los adultos en edad de trabajar tiene un problema de salud mental en algún momento.

Es más, la OMS destaca que las tasas de trastornos que ya son comunes, como la depresión y la ansiedad, aumentaron en un 25% durante el primer año de la pandemia, sumándose a los casi 1.000 millones de personas que ya sufren algún trastorno mental.

Como recoge el informe Empresas Humanas y Saludables, elaborado por la Fundación máshumano, el 60% de las jornadas de trabajo perdidas se deben al estrés relacionado con el trabajo y los riesgos psicosociales. Se trata del segundo problema de salud más frecuentemente denunciado en Europa, después de los trastornos musculoesqueléticos.

En este contexto, "la promoción de la salud en el trabajo ha pasado a ser una estrategia fundamental para el aumento de la productividad y obtener una consecuente ventaja competitiva", señala el estudio.

Según constata la OMS, se estima que cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, lo que cuesta a la economía mundial casi 1 billón de dólares.

Sólo en la Unión Europea, enfermedades como la depresión tienen un coste anual de 92.000 millones de euros, según el Informe para un Mejor Abordaje de la Depresión en el Ámbito de Trabajo.

Empresas saludables

"La empresa saludable no debería considerarse como una moda, ya que es algo en lo que se lleva trabajando varios años, solo que hasta hace poco no había salido a la luz. Antes se utilizaba para controlar los accidentes, para controlar la prevención, pero si se realizan cambios, si la gente viene feliz a trabajar, se reduce el absentismo y se aumenta la productividad", apunta el informe Empresas Humanas y Saludables. Sin embargo, para que el concepto de empresa saludable se consolide es necesario que la empresa lo integre dentro de su modelo de gestión y que forme parte de las políticas centrales de la empresa.

En este línea, el 60% de los accidentes graves y de los accidentes mortales se materializan en empresas de hasta 25 trabajadores. Y es que las empresas más pequeñas se encuentran a menudo con los diversos retos como la limitación económica y una menor estructura organizativa. Además, suelen contar con la multiplicidad de funciones o tareas desarrolladas por una misma persona. También hay una falta de vínculo funcional entre la empresa y los servicios externos contratados para la ejecución de actividades preventivas.

Otros de los retos que asumen este tipo de empresa son más dificultades en la aplicación de la normativa; una insuficiente adecuación de la acción preventiva a los riesgos y a la necesidad de gestión; o una excesiva carga administrativa y/o documental.

El 57% de los trabajadores señala que su empresa no ha llevado a cabo ninguna valoración sobre su estado de salud en el último año, según el informe Estado de la Salud Laboral en las Empresas, realizado por Cobee. 

Entre las principales razones que llevan a las plantillas a sufrir estrés prolongado destacan la carga laboral (58,7%), la falta de conciliación laboral y personal (20,7%), un ambiente tóxico en la oficina (17,2%) y mala relación con el equipo directivo (2,6%).

En este sentido, según el INSST el valor de invertir en la Promoción de la Salud en el Trabajo (PST) es beneficioso tanto para las personas trabajadoras, como para la empresa y para toda la sociedad, ya que mejora la salud de los trabajadores; aumenta la productividad empresarial; mejora el clima laboral, la motivación y la participación; reduce la accidentabilidad y las enfermedades; aumenta la retención de talento y disminuye la rotación de personal; genera tanto un ROI (retorno en tangibles) como un valor VOI (retorno en intangibles) positivos; y disminuye los costes sociales sanitarios, de seguridad social y de seguros y contribuye a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. 

Y es que, como indica María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Ambiente de la OMS: "La riqueza de las empresas depende de la salud de los trabajadores".