El inimaginable descuido de Anna Wintour en la MET Gala que haría que Miranda Priestly (Meryl Streep en El diablo viste Prada) pusiera el grito en el cielo
Carolina Cuesta
"¿Eso es todo?" diría Miranda Priestly (Meryl Streep) con su tono implacable y devastador en El diablo viste de Prada, al ver un descuido que sería absolutamente humano en cualquier mortal… salvo si se trata de la mismísima Anna Wintour, editora de Vogue y una de las figuras más influyentes del mundo de la moda, en una de las citas anuales más importantes de esta industria.
Por supuesto, hablamos de la MET Gala, que se celebró, como cada año, el primer lunes de mayo en el Museo Metropolitano de Nueva York, que se transformó en el epicentro global del estilo y el espectáculo. Y la que es la reina de este reino de alta costura sorprendió en su esperada aparición y no por lo que suele hacerlo: su inigualable estilo.
La mente maestra detrás de la MET Gala desde hace casi tres décadas fue la que marcó el tono de una velada que sonaba bajo el tema Superfine: Tailoring Black Style, que rinde homenaje a la elegancia impecable del dandi negro. Con su clásico corte bob y un conjunto firmado por Louis Vuitton —un vestido lencero de flores en relieve combinado con un abrigo azul cielo—, el look de Wintour parecía estar en su lugar... hasta que no lo estuvo.
Una vez más, fue la mirada meticulosa -a la que no se le escapa una- de los usuarios de redes sociales como Instagram, Tik Tok o X (anterior Twitter) la que desató un torbellino al ver que el precioso vestido de la editora de Vogue tenía una pequeña mancha rosada en la parte delantera. Un descuido que pasaría desapercibido en cualquier mortal, repetimos, pero no en Anna Wintour, icono del control y la perfección -tal como interpretó con brillantez Meryl Streep en su papel como máxima autoridad editorial de la revista ficticia de moda Runway, un personaje inspirado en Wintour-.
Es eso, una mancha? Ana Wintour?
— Meredith Gay ??? (@MerGarza) May 5, 2025
?#MetGala2025 pic.twitter.com/HqQ0VKiIEi
Y es que, si hay algo que define a Wintour, además de su mirada tras las gafas oscuras, es su legendaria atención al detalle: aprueba cada look, supervisa cada lista de invitados, y su estética es calculada hasta el milímetro. ¿Una mancha? ¿En su propio vestido? El contraste resultó casi poético.
No sabemos si la empresaria era consciente de esta mancha o no, pero lo cierto es que, lejos de escandalizarse, no perdió la compostura en ningún momento. Sonrisas, saludos, y el porte que la caracteriza demostraron que, incluso en la cima del perfeccionismo, los accidentes textiles pueden ocurrir. Y eso, quizás, fue lo más interesante de la noche: la moda, al fin y al cabo, también es humana.