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La experta en nutrición Ángela Quintas (Ser) explica por qué cuando abres unas patatas fritas la bolsa cruje: "Eso también es adictivo"

Por qué al abrir una bolsa de patatas oímos un crujido

elEconomista.es

En España, el consumo de patatas fritas se estima en 1.36 kilos de patatas fritas al año, por cada habitante, de media. Y gastando aproximadamente 9,17 euros por persona. Las patatas fritas son uno de los snacks salados más populares y consumidos en España, aunque su consumo ha experimentado variaciones en los últimos años.

La nutricionista Ángela Quintas ha abordado uno de los grandes retos de la alimentación moderna: el poder emocional de los ultraprocesados. Según explica, estos productos están diseñados no solo para atraer por su sabor, sino también por estímulos sensoriales como el sonido.

"Cuando tú abres una bolsa de patatas fritas, la bolsa cruje… y eso también es adictivo", comenta Quintas en la Ser, en referencia al diseño industrial que buscan los fabricantes para provocar una respuesta emocional inmediata. No se trata solo del sabor salado o del contenido de grasas: el ruido, la textura y hasta el color forman parte de una estrategia que activa áreas del cerebro relacionadas con el placer y la recompensa. La experta también señala que muchas personas recurren a estos productos no por hambre física, sino por hambre emocional.

En profundidad

"Hay momentos del día en los que no comemos porque tengamos hambre real, sino para calmar un estado de ánimo", asegura. Esto explica por qué alimentos como los snacks o dulces suelen consumirse en situaciones de estrés, tristeza o aburrimiento. Quintas propone como alternativa realizar una reflexión consciente antes de comer: "Pregúntate si tienes hambre real o emocional. A veces, un paseo o un vaso de agua puede calmar esa sensación". En su enfoque, recuperar la conexión con las señales internas del cuerpo es clave para una alimentación más saludable y equilibrada.