Salud Bienestar

Vivir el apagón operando a corazón abierto: "Nos quedamos a cuadros. Fueron minutos de tensión"

El pasillo de un hospital

Alicia Sánchez Romero, Rocío Antolín
Madrid,

En el proceso de una cirugía cardiaca, los médicos operan con el corazón del paciente completamente parado. En ese tiempo, la persona se mantiene conectada a una máquina, conocida como bomba extracorpórea, y también necesita respiración asistida. Un equipo del Hospital Reina Sofía de Córdoba vio cómo este minucioso proceso se interrumpía este lunes sobre las 12.30 de la tarde debido al apagón.

"Durante un minuto o dos estuvimos sin luz y funcionando con las baterías auxiliares de los aparatos. Cuando pasaron esos minutos, se encendieron los generadores de corriente del hospital y volvió la luz. Nos quedamos a cuadros", señala a elEconomista.es un miembro del hospital cordobés, que recuerda que estos lugares están totalmente aislados y carecen de ventanas. "Es la primera vez que me pasa en un quirófano. Y para la mayoría de los que había allí, también", agrega.

El miedo comenzó a invadir al equipo presente durante la intervención en esos primeros minutos, que se planteó finalizar la operación a oscuras, únicamente iluminados por la linterna incluida en el gorro del cirujano principal. "La cirugía cardiaca es tiempo-dependiente, y estábamos dispuestos terminarla, si hacía falta, en esas circunstancias", declara este sanitario.

Cuando volvió la luz gracias a los generadores, el cirujano tomó la decisión de acelerar el ritmo de la cirugía, que estaba previsto que tuviera una duración de seis horas. "Al final nos demoramos cinco horas y media, terminamos media hora antes. Acabamos la cirugía como si nada hubiera pasado", asegura.

El apagón también pilló en medio de una intervención a Iñaki, celador del Hospital Ramón y Cajal, en Madrid. "Pensábamos que era un pequeño apagón. Se fue la luz un momento, pero volvió enseguida porque se activaron los generadores del hospital", relata.

Cuando repararon en que era un hecho generalizado y que la situación parecía "grave", asegura que vivieron "un poco de miedo", pese a saber que el hospital contaba con un respaldo: los generadores duran 24 horas y, al inicio, se desconocía la duración del apagón. Tal y como cuenta a elEconomista.es, el personal directivo del hospital ordenó apagar las luces de los pasillos para intentar alargar el suministro lo máximo posible.

Así, rememora que, en el bloque quirúrgico, solo atendieron una urgencia en todo el día, ya que las operaciones no urgentes se pospusieron en toda la Península. Además, todas las consultas de especialidades también quedaron suspendidas. "Normalmente, solo en el bloque quirúrgico del Ramón y Cajal hay una media de tres cirugías al día en cada uno de los quince quirófanos, y solo en el turno de mañana. Pero hay más quirófanos en todo el hospital", asevera.

Otra consecuencia derivada fue que el personal de turno de tarde tuvo muchas dificultades para llegar a las instalaciones, por lo que buena parte del personal sanitario del turno de mañana se vio obligado a alargar su jornada laboral.

Los buscas dejaron de funcionar

Pese a que no se registraron incidentes graves en ningún centro hospitalario, la jornada estuvo marcada por el fallo generalizado en los buscas de los médicos, que permanecieron ilocalizables en su propio hospital. De esta forma, si llegaba a Urgencias un paciente cardiaco, el propio personal del hospital tenía que avisar a los facultativos de las diferentes especialidades subiendo a pie a su propia planta, o tratando de contactar por teléfono fijo. "Fue un correveydile", señalan algunos sanitarios.

Por su parte, Ernesto Pérez Flores, del Hospital del Suroeste de Caravaca de la Cruz, dibuja otro problema al que hubieron de enfrentarse en los hospitales: el oxígeno. En su centro, se repartieron 40 bombonas de oxígeno. De hecho, los pacientes que tenían usaban oxígeno en sus hogares acudieron a los centros, pese a contar con batería suficiente, ante la incertidumbre sobre cuándo podría volver la luz.

Asimismo, se retrasaron las altas hospitalarias y los GPS de las ambulancias tampoco funcionaban, pero recalca que este martes ya se ha recuperado la normalidad. "Hoy estamos como si no hubiese pasado nada", afirma.

Finalmente, en el Hospital Infanta Leonor se apagaron los ordenadores y se dejaron solo los de Urgencias. Los médicos también acabaron abandonando el centro, menos los de guardia, ya que no se podía trabajar, según cuentan fuentes del hospital a este periódico. A falta de cifras oficiales, cabe destacar que, según algunas fuentes hospitalarias, el número de pacientes que se atendió por urgencias fue menor del esperado. "La gente se quedó en casa por miedo a los desplazamientos", asegura un sanitario a elEconomista.es.