Retail - Consumo

Los supermercados empiezan a surfear el tsunami normativo sobre la tabla de la subcontratación

La distribución afronta este año la entrada en vigor de la ley contra el desperdicio.

Javier Mesa

El tsunami normativo al que se enfrenta el sector del comercio en nuestro país está empezando a hacer muy complicada la gestión administrativa y operativa de las diferentes obligaciones administrativas relacionadas con cuestiones medioambientales como el desperdicio alimentario. Este fenómeno afecta incluso a especialistas de la distribución alimentaria.

Es una realidad que han sabido identificar desde empresas especializadas en la materia como la francesa Phenix, firma que llegó al mercado español hace cuatro años mediante el lanzamiento de una app de enfocada en el consumidor final y que, tras no lograr competir con el líder local del B2C, ha dado un giro radical a su propuesta de valor desde un enfoque B2B.

Tal y como recuerda Jean-Baptiste Boubault, su director general en España, desde el punto de partida de la compañía, creada hace diez años para conectar esa gran cantidad de excedentes alimentarios que terminan en la basura y la necesidad de alimentos de una parte de la población, ahora dirigen sus esfuerzos a "ayudar a distribuidores, retailers y fabricantes a gestionar sus excedentes, evitando su destrucción".

Así, de tratar de conectar en casa a los usuarios de una app con los comercios o restaurantes que ofrecen a precio bajo lo que no han vendido en el día o se acerca a su fecha de caducidad, Phenix ha enfocado su estrategia en la gestión integral de los excedentes mediante su detección, medición y control, "tanto para evitar que los productos acaben en la basura como los perjuicios económicos, sociales y éticos derivados del desperdicio".

En este sentido, el responsable de Phenix revela que han puesto a las cadenas regionales de supermercados en su punto de mira, ya que "los retailers medianos no tienen la misma capacidad de gigantes como Mercadona para internalizar procesos como la gestión de los excedentes. A menudo carecen de los recursos para adaptarse a los cambios del mercado y a las regulaciones y necesitan un proveedor externo para agilizar el proceso".

El caso de Uvesco

La primera de estas cadenas regionales en recurrir a la externalización ha sido BM Supermercados, la enseña de Uvesco, que adoptó en septiembre el modelo de gestión de Phenix en su red de establecimientos de las provincias de Madrid, Ávila y Guadalajara para la donación directa desde las tiendas.

En esta gestión integral, aclara Boubault, se incluyen desde la aportación de personal en cada punto de venta para medir y gestionar el desperdicio, una logística adaptada a la capacidad de las entidades receptoras de las donaciones, principalmente bancos de alimentos o el transporte cuando es necesario. "Una vez que estamos ya en marcha, el cliente solo debe dedicarse a tomar las decisiones. Nosotros les damos los elementos de control y ellos deciden qué productos salen en las siguientes semanas".

Jean-Baptiste Boubault, director general de Phenix.

La búsqueda de un socio para gestionar las obligaciones derivadas de la entrada en vigor de la Ley de Pérdidas y Desperdicio Alimentario no responde necesariamente a una falta de organización por parte de los clientes, aclara Boubault, ya que "son los primeros interesados en no tirar producto. Hay que entender muy bien cómo trabajan y su situación económica para posicionar la lucha contra el desperdicio como una forma de poner luz allí donde no hay control. Desde nuestra experiencia en los puntos de venta hemos comprobado que las empresas suelen subestimar la cantidad real de desperdicio. Nuestro papel consiste en demostrar que evitar el desperdicio no es solo un imperativo ético y legal, sino que también puede generar rentabilidad".

Antes de su incursión en la distribución, los responsables de Phenix dieron a comienzos de 2024 un primer paso con otro eslabón de la cadena, la industria alimentaria, tras fichar con el fabricante de helados La Menorquina, que recurrió a sus servicios después de intentar asumir internamente la gestión del desperdicio. En apenas seis meses de colaboración, recuerdan desde la firma gala, el fabricante optimizó un 72,5% sus costes de almacenamiento y destrucción del excedente alimentario, además de generar un ahorro de más de 54.000 euros, alcanzando así un retorno del 188% sobre la inversión realizada para externalizar su gestión.