Retail - Consumo
MIM, la marca de Scalpers que nació de una historia de amor entre dos jóvenes
- La firma ha facturado 7 millones de euros anuales y tiene presencia en más de 100 puntos de venta
- Dos jóvenes españoles de 23 años arrasan en el sector de la moda con su firma Nude Project
Ángela Poves
El amor es el motor del mundo y, si no que se lo digan a Carlos Montojo -cofundador y director creativo- y a Sofía Vega-Penichet -cofundadora-. Fue su enamoramiento el que les llevó a crear una marca originalmente especializada en calzado femenino, que captó el "interés" de Scalpers, que posee el 50% de la firma, y que hoy factura más de 7 millones de euros anuales.
Pese a practicar un perfil bajo, la firma viene de cosechar varios ejercicios con un crecimiento constante de ventas, cuya cifra alcanzada a cierre de 2023 superaba los 160.00 pares de zapatos comercializados y con un 38% de fidelización. La marca está presente en 100 puntos de venta en la Unión Europea, aunque su mercado principal se circunscribe al territorio nacional, donde abarca el 80% de sus ventas globales.
La cifra restante pertenece al género vendido en los mercados estadounidenses y británicos a lo que habría que sumar los beneficios que acumula en la veintena de puntos de venta que opera en latinoamérica y los obtenidos de los puntos multimarca como El Corte Inglés, Zalando y Asos, que representa un 35% de su facturación. Y ello no es todo. La marca ha dado un paso más en su estrategia empresarial para lanzar su primera línea de ropa, que prevé ocupar el 20% de los ingresos de la compañía de cara a los próximos tres años. Pero, ¿cómo dos jóvenes con apenas 23 años han conseguido revolucionar el sector de la moda?
El origen de MIM
Para conocer el origen de MIM, hay que remontarse a 2015, cuando surgió su primera semilla a costa de un regalo de cumpleaños. Por aquel entonces, Montojo y Sofía mantenían una relación sentimental y él se recorrió la mayor parte del corazón de Madrid para regalarle a su novia unos zapatos, que nunca encontró: "Me recorrí la ciudad con una amiga de Sofía y fuimos incapaces de encontrar unos tacones para ella que fuesen bonitos. O eran feos y de mala calidad, o carísimos", confiesa el cofundador de la firma. El intento frustrado de sorprender de una forma asequible a su pareja fue el germen del proyecto que cambiaría el rumbo de sus vidas: MIM -Made in Madrid, siglas de su incipiente firma-.
Los primeros pasos de MIM llegaron mientras él, recién graduado en Derecho, se embarcaba en el mundo laboral, y ella continuaba en el seno de su carrera universitaria -Administración y Dirección de Empresas (ADE)-, pero Carlos tenía claro que "su futuro no era la realidad que vivía": "Siempre había querido emprender y se convirtió en una obsesión", cuenta. Desde el inicio, no estuvieron exentos de problemas. El primero, el dinero: "Tuvimos que pedir préstamos a nuestras familias y amigos para poder empezar. Yo me ocupé de la parte de proveedores y organización y Sofía del diseño". Y, el segundo, su relación sentimental: Montojo y Vega-Penichet pusieron fin a su noviazgo en pleno proceso de financiación del proyecto. Pero como digo, el amor es el motor del mundo, o al menos, a ellos les permitió seguir trabajando en la firma que hoy les llevaría a la cima.
Lanzaron su primera colección compuesta por 1.790 pares de zapatos y divididos en 79 modelos distintos. Colección que duró apenas dos meses y arrasó en redes sociales, pese a que no tenían "conocimiento en marketing digital": "Nos dimos cuenta de que el canal digital era mucho más rentable, requería menos inversión y era mucho más fácil para nosotros a la hora de gestionar las operaciones pertinentes". Así, decidieron lanzar su propia página web y conseguir el efecto deseado: las ventas se multiplicaron y la marca encontró un nicho de mercado al que abastecer. "Queríamos ser una marca de referencia para cualquier tipo de ocasión, que pudiese evolucionar con la moda y las tendencias", dice Montojo. Los artífices quisieron mantener la idea de democratizar el lujo, pero "haciéndolos alcanzables al público y dando importancia a la comodidad".
Su entrada al retail
Al convertirse en una de las marcas de calzado femenino con más seguidores en redes sociales, despertaron "el interés" del fondo de inversión propiedad de Scalpers y, a principios de 2018, pasaron a formar parte del conglomerado y sus ventas alcanzaron el punto álgido del negocio. No obstante, no abrieron su primer establecimiento físico en el seno de la capital madrileña -concretamente, en la calle Velázquez- hasta el pasado mes de marzo; uno de los mayores impulsores para el crecimiento incesante de la firma. La razón de su entrada tardía en el retail residía en evitar contratiempos innecesarios: "Nos abrimos al retail cuando el público lo pedía, sin necesidad de asumir riesgos y alejados de la incertidumbre que puede generar el cómo atraer el público a tus tiendas, pero pensamos que la experiencia en tienda es distinta y podría aumentar la comercialización", cuenta Montojo.
Ambos artífices coinciden en que la capacidad de "crear comunidad" ha sido una de las claves del éxito, que les ha permitido hacerse un hueco en el sector textil. Prueba de ello es el lanzamiento de su podcast -Ex-tensión-, donde cuentan con más de 25.000 seguidores y conversan sobre situaciones cotidianas para que "todo el mundo pueda sentirse identificado".
Con la ambición marcando el recorrido de su proyecto profesional, Montojo y Vega-Penichet apuestan por la diversificación de producto para abarcar un nuevo nicho de mercado como base de una nueva estrategia comercial. Es por ello que, además de haber lanzado su primera línea de ropa, planean ya expandirse a lo largo del conjunto peninsular y derribar las barreras de entradas del mercado internacional, pero siempre "comercializando un producto que pueda ser utilizado de forma diaria". "Céntrate en lo que vendes y después compleméntalo", concluye Montojo.