Ainia: "Con las proteínas alternativas a las animales habrá un 'mix', no será todo negro o blanco"
- Cristina del Campo, directora de Ainia, analiza los retos del I+D en alimentación
Ángel C. Álvarez
Valencia,
¿Con cuántas empresas y de qué sectores trabaja actualmente Ainia?
Trabajamos con 1.800 empresas clientes, fundamentalmente de España pero también del resto del mundo. En su mayoría pertenecen al sector agroalimentario y de envases, aunque también trabajamos cada vez más con otro sectores afines y relacionados, como química, cosmética, farmasalud o medio ambiente. También cada vez desarrollamos más actividad a nivel internacional. En 2022 llevamos a cabo 90 actuaciones en 29 países diferentes.
¿Cuáles son las áreas de innovación por las que apuesta el instituto?
Tenemos estructurada nuestra propuesta de valor y de conocimiento en torno a cinco de los grandes retos de la sociedad y, a su vez, de las empresas. El primero es la alimentación del futuro, con todo lo que tiene que ver con la búsqueda de alternativas a proteínas de origen animal. El segundo, la calidad y la seguridad alimentaria. En Europa damos por descontado que cualquier alimento es seguro y para hacerlo posible aportamos métodos de control, nuestro laboratorio –el primero en España en número de ensayos acreditados por ENAC para el sector agroalimentario–, y nuevas tecnologías.El tercero es el de la salud y bienestar, lo que tiene que ver con alimentación personalizada y funcional. En cuarto lugar, la transición verde y todo lo relacionado con la economía circular y la sostenibilidad. Sobre todo optimización de procesos, ahorro energético pero también el aprovechamiento y la valorización de residuos. Y por último, la transformación digital, desde la agricultura de precisión, con el uso de drones y sensores en los propios cultivos, a soluciones de Inteligencia Artificial, Big Data y machine learning en las plantas de producción industrial.
¿Qué es lo que más demandan las empresas en materia de innovación?
Como principales tendencias destacaría dos: salud y sostenibilidad, a las que añadiría conveniencia. El interés creciente de los consumidores por una alimentación más saludable y personalizada ha incrementado el interés de la industria por nuevas funcionalidades y eso se ha trasladado a desarrollar ingredientes y productos que aportan beneficios a su salud. En el consumidor también hay una tendencia hacia lo natural, con alimentos menos procesados, con reducción de grasas, sales y azúcares. Y a esto le sumaría el concepto de conveniencia, lograr tanto formatos como productos adaptados al estilo de vida que tenemos en el mundo desarrollado con formatos más adaptados, alimentos de cuarta y quinta gama o productos listos para comer. La otra gran corriente es lo que tiene que ver con la sostenibilidad, donde destaca la búsqueda de proteínas alternativas, y también tecnologías para reducir el desperdicio alimentario y la valorización de los residuos, tanto aprovechándolos para nuevos ingredientes como para darle usos para otras industrias, como la del envase.
¿En qué áreas trabaja Ainia para desarrollar esas fuentes de proteínas alternativas a las animales?
Hoy somos algo más de 8.000 millones de personas en el mundo y los demógrafos calculan que en 2050 podríamos estar entre los 9.500 y los 10.000 millones. Hay un reto enorme que es cómo alimentar con dietas saludables a esa población en explosión de forma compatible con un planeta que tiene recursos finitos. Nosotros estamos trabajando en tres estrategias para la búsqueda de proteínas alternativas. La primera es todo lo que son proteínas de origen vegetal o plant based. Es un segmento creciente y la prueba es que en el lineal de cualquier cadena de distribución lo encontramos. Estamos trabajando en desarrollo de análogos de carne y pescado mediante tecnologías como la extrusión de alta y de baja humedad para conseguir productos con propiedades sensoriales similares utilizando como base guisantes o habas.También en análogos veganos para lácteos, desde la leche al yogur y al queso. Ahí tenemos un proyecto a partir de fuentes vegetales de materias primas de proximidad como la chufa, el lino y el altramuz.
Por otra parte, estamos investigando con fuentes de proteínas alternativas como los insectos o como la lemna o lenteja de agua, y en la identificación de nuevas biomasas que pueden tener interés para obtener esos ingredientes proteicos sostenibles y aporten compuestos de alto valor alimentario, como ácidos grasos omega3, fibras, vitaminas o antioxidantes. Esta es la segunda estrategia, lo que se llama Single Cell Protein o proteína de origen microbiano, la producción a partir de microorganismos mediante la tecnología de fermentación de precisión.
¿Y la denominada carne de laboratorio?
Esa es la tercera estrategia, que también tiene un interés creciente: la carne de cultivo o la carne in vitro. El año pasado la FDA, la agencia norteamericana de alimentación, ya aprobó que la carne cultivada de pollo desarrollada una empresa norteamericana era apta para el consumo humano. Es un avance que sigue la senda de Singapur, donde ya se puede comer pollo de cultivo in vitro. Pero todavía diferentes retos para conseguir una producción a escala industrial y nosotros tenemos una línea interesante de investigación en la parte de cultivo in vitro donde se combinan técnicas que van desde la ingeniería tisular y la ingeniería biomédica a la parte de fermentación de precisión.
¿El mercado está preparado ya para este tipo de productos?
Precisamente hemos hecho un estudio para ver cuál sería el grado de aceptación de la carne in vitro en los consumidores. El resultado fue que el 63% de los consultados probaría la carne cultivada y cerca del 46% la compraría. El estudio arrojaba tres motivos principales. El primero es el bienestar animal, algo que cada vez cobra más fuerza en el imaginario del consumidor. El segundo, el respeto al medio ambiente, y el siguiente la curiosidad por probarlo. El porcentaje de éxito en el lanzamiento de nuevos productos es bajo, pero está claro que el perfil es el de un consumidor que apuesta por una alimentación saludable y que tiene los temas medioambientales muy presentes, algo que encaja con las generaciones más jóvenes. Creo que con las proteínas alternativas ocurirá como en la nueva movilidad: vamos a ir a un mix por esa obligación de que no podrá seguir siendo con la alimentación que tenemos ahora. No será todo negro blanco o negro.
Ainia ha tenido un papel fundamental en uno de los proyectos seleccionados para el Perte alimentario, ¿en qué consiste?
Hemos sido los coordinadores tecnológicos del proyecto que se llama AccelerEAT, donde hay 22 proyectos colaborativos distribuidos en tres ámbitos: proyectos de I+D+i, de sostenibilidad y para la eficiencia energética. El proyecto está liderado por Vicky Foods y participan un total de 18 empresas del sector. Es uno de los 13 proyectos tractores que recibirá fondos Next Generation del Perte y tenemos mucha ilusión porque contribuirá a la transformación del sector agroalimentario español a la cadena de nuevos alimentos más sostenibles. Está prevista una ayuda de 18,8 millones de euros con el objetivo de movilizar una inversión de 48 millones.
También colaboran con el Ministerio de Agricultura en el programa StartBEC.
Es un programa para el apoyo tecnológico a startups en el ámbito de la bioeconomía, un macrosector que abarca todo lo relacionado con los recursos bio. Hemos realizado una convocatoria en la que seleccionaremos a diez startups a las que proporcionaremos un conjunto de servicios de apoyo tecnológico y de innovación, tanto de nuestros laboratorios y plantas piloto, como de mentorización.
¿Tienen previstas nuevas inversiones?
Nos ilusiona mucho el proyecto que tenemos en marcha para construir un nuevo edificio, el cuarto, que va a suponer aumentar en 2.000 metros cuadrados adicionales para plantas piloto y actividades de I+D. Supone una inversión de 4 millones de euros, en que contamos con el apoyo del Ivace de la Generalitat Valenciana.