El presidente que prestigiaba al Senado
Víctor Arribas
Ese podrá ser uno de los hitos por los que en el futuro se recuerde la presidencia, corta o larga, de Pedro Sánchez como séptimo jefe de gobierno en la democracia española. El presidente que salvaguardó el prestigio de la Cámara Alta al negarse a comparecer, como le solicitó la mayoría de senadores representados en la Mesa. Haber comparecido ante los representantes de los ciudadanos, la mayoría de ellos elegidos en ese foro por el voto directo de los electores poniendo cruces en sus apellidos, habría sido un desprestigio para la noble institución, necesitada de que alguien sin intereses espurios la mantenga a salvo de la ciénaga que supone llevar allí a un presidente a contestar preguntas.
Quien discierne si un debate prestigia o desprestigia a una de las dos cámaras de las que consta el Parlamento español es, pásmense, el gobierno. Dependiendo del asunto por el que se quiera solicitar la presencia del jefe del ejecutivo, del gusto o disgusto que le provoque al presidente o sus ministros ir allí a explicarse, estarán sus señorías arrojando basura sobre los escaños o bien prestigiando su actividad y su fin democrático.
O lo que es lo mismo: si es Mariano Rajoy el que debe acudir a responder a las evidencias de corrupción en su partido, estaremos ante un modelo de transparencia que contribuye a engrandecer la imagen del Senado; pero si es Pedro Sánchez el llamado a comparecer para explicar los plagios que cometió al escribir su tesis doctoral, lo que se estará pretendiendo es desprestigiar la institución. Y eso se evitará, por decisión del presidente apoyada por su mayoría parlamentaria... del Congreso, ya que en el Senado se encuentra en franca minoría.
Lo que en el fondo es el origen del problema que tiene Sánchez con el palacio situado en la Plaza de la Marina Española, y que le provoca tal sarpullido que ha intentado incluso evitar que pudiera pronunciarse en determinadas disposiciones legales, como recoge la Constitución, y engañar a los ciudadanos afirmando que la soberanía nacional recae sólo en la Cámara Baja, ante la grave anomalía que supone una mayoría absoluta de un partido que no es el que está en el gobierno. Después de "prestigiar" al Senado negándose a comparecer en él para hablar de su controvertida tesis, el presidente deberá mostrarle un mayor respeto.