Barcelona: solos o en compañía de otros
- La llave de todo ello la tendrá el mapa post electoral del 21-D
Víctor Arribas
La peripecia política que se vive en el Ayuntamiento de Barcelona puede tener muchas de las claves de lo que ocurra no sólo en Cataluña sino también en España en el futuro. Y no en un futuro muy lejano. En el caso catalán, en apenas una semanas; en el resto del país en cuanto se abran las urnas en la próxima cita electoral que podría incluso ser adelantada.
Han explicado algunos de los dirigentes del conglomerado político Podemos-En Comú que se rompe el pacto municipal de conveniencia porque el PSOE se ha derechizado al apoyar la aplicación de la Constitución Española ante una flagrante ilegalidad. La Carta Magna es de derechas. Y hacer cumplir su articulado, incluido el punto 155 para situaciones de clara rebelión y sedición, debe ser algo ideado por los rescoldos del franquismo, copiando eso sí la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania, que debe igualmente estar marcada por un pensamiento conservador y reaccionario. Ausencia total de pensadores de izquierda en la gran locomotora europea.
Se sitúan los que han roto el acuerdo en el consistorio de la capital catalana entrambasaguas, por aprovechar la nomenclatura del precioso municipio cántabro, al rechazar la aplicación de la Constitución de la misma forma que los delitos. "Ni 155 ni DUI", es el recurso dialéctico para explicar esa equidistancia que convierte en iguales a quienes han arrimado el hombro para reponer la legalidad y quienes se la han saltado a su capricho.
La solución, un referéndum pactado. Es la magia de la varita: llega un gobierno de los comunes a la Generalitat, y la fractura social que viene de décadas atrás y que durará aún otras cuantas más será resuelta a golpe de pacto. Se coge al resto de fuerzas políticas, se las convence para pactar un referéndum en Cataluña, se va al Congreso y al Senado para aprobarlo por dos tercios de ambas Cámaras, se disuelven las Cortes y se convocan elecciones, se aprueba de nuevo el referéndum de Cataluña por dos tercios de Congreso y Senado con su nueva composición, y se somete la nueva Constitución a un referéndum por parte de todo el pueblo español, que a buen seguro autorizará gustoso una consulta sólo para los catalanes con el fin de que decidan si quieren o no separarse de España. Eso es el referéndum pactado. Ni una palabra menos.
Romper el pacto municipal en Barcelona deja al gobierno municipal de la alcaldesa con el apoyo de sólo 11 de los 41 concejales que conforman el Pleno. Iglesias y Colau deben explicar por qué si el motivo es la derechización del PSOE no rompen también los pactos en Madrid, Cádiz, Zaragoza y el resto de ciudades del cambio.
Pero la llave de todo ello la tendrá el mapa post electoral del 21-D. Cabe la más que posible situación de que las dos fuerzas que ahora rompen en la capital pacten en la autonomía, solos o en compañía de otros. Su decisión será incluir o no en esos otros a partidos que pueden llevar en sus listas a candidatos en prisión preventiva o fugados de la justicia, imputados entre otras cosas por malversación, ese delito que hasta hace no muchas semanas considerábamos todos con acierto simple y llana corrupción.