Política

Lo que de verdad esconde la partida Sánchez-Iglesias


    Francisco Jerez Lozano

    Tras el advenimiento del nuevo Partido Socialista Obrero Español, Pedro Sánchez necesita realizar movimientos tácticos para visibilizar públicamente su cambio de estrategia y quedar identificado como el principal partido de la izquierda.

    La moción de censura fallida de Pablo Iglesias ha dejado a Podemos ante parte de la opinión pública como una formación política que no dialoga y busca su propio interés. De estas dos carencias ha surgido la llamada Mesa de colaboración parlamentaria de las izquierdas, un ente que no es institucional ni orgánico, y es sencillamente político y de momento tan solo propagandístico.

    Sin embargo el enfoque de cooperación es distinto. Unidos Podemos refuerza la idea de echar al Partido Popular, mientras que el Partido Socialista prefiere poner énfasis en la agenda social, a sabiendas de que en este momento es difícil una mayoría alternativa a Mariano Rajoy. Hablan de tener una interlocución preferente, mientras presentan iniciativas sin consultar al socio potencial.

    Ambos líderes, Sánchez e Iglesias, quieren ganar siendo competencia, y si lo hace uno será en detrimento del otro. Parece más bien que nos encontramos ante una mesa de póquer, donde nadie hace gestos para desvelar su estrategia al contrario, y se vigila que no se haga trampas al barajar.

    Por el momento, Pedro Sánchez necesita jugar la partida por múltiples motivos: para paliar la debilidad de una oposición sin líder en el hemiciclo; porque ha sido su carta de presentación de campaña interna; y porque necesita la foto con Pablo Iglesias, que le ayuda a defender esa declaración de principios políticos que repite hasta la saciedad como un jingle publicitario, aquella de "somos la izquierda" y que en el fondo muestra la lucha por el espacio con Podemos.

    El trabajo real

    Podemos reconoció que la victoria de Pedro Sánchez no les era electoralmente conveniente, y sus respectivos públicos abogan por aunar posiciones. Después de tanto envite dialéctico se encuentran en un callejón sin salida, obligados a sumar con el líder de la oposición y las encuestas a la baja desde hace meses.

    Pero ahora toca trabajar conjuntamente sin que se vean los faroles, intentar dar pasitos para presentarse como bloque de izquierdas con una agenda social frente al Gobierno, centrándose únicamente en lo que les une.

    De esta manera, el secretario general del los socialistas gana tiempo para ordenar su partido y afianzar su liderazgo dentro del mismo, e Iglesias dulcifica su imagen frente al electorado socialista que rechaza sus formas.

    Valoraremos a partir del mes de septiembre este compañerismo de viaje, lo que la verdad esconde.

    Así mismo, observaremos hasta qué punto hacen mella las diferentes posiciones ante el 1 de octubre y si existe voluntad para trabajar, por ejemplo, y sin ir más lejos, para sacar la prestación por hijo a cargo, o si se están estudiando de reojo uno al otro calculando, según las cartas, cuándo o quién abandonará primero la mesa y cuál será entonces la excusa, para cumplir con la máxima de una "izquierda" española que nunca se pone de acuerdo. Queda poco tiempo.