Política

Vía 199, carretera muerta: la utopía socialista del acuerdo a tres bandas

    Pablo Iglesias y Antonio Hernando en el encuentro. <i>Imagen: EFE</i>

    Carlos Mier

    Tropecientos días después de depositar el voto en la urna, amplias vacaciones de Semana Santa mediante, el tiempo al fin apremia y nuestros políticos se han vuelto a enfundar el traje de faena. Tras la afilada sesión parlamentaria del miércoles, que iba de refugiados pero al final fue de Venezuela, llegó el esperado jueves de reunión a tres bandas. PSOE, Ciudadanos y Podemos sentaban sus posaderas en una mesa de negociación transcurridos tres meses y medio tontos de ya te llamaré mañana. La cosa, como era de esperar, no pinta demasiado bien.

    Vayamos a la puesta en escena. Con el acuerdo garabateado hace unas semanas pegado en la solapa, el equipo negociador de Ciudadanos llegó a la ceremonia con cara de marido celoso que coincide con el sospechado amante en la boda de un amigo. Como te pille mirando al de la coleta, prepárate.

    Mientras, el nuevo cortejador del lecho socialista y su tropa empleaban sus habituales estrategias de seducción, documento en ristre, fingiendo no saber nada del matrimonio que aspiran a romper. El PSOE, cónyuge y amante, deseado y deseoso, sueña con la poligamia en el país del blanco o negro.

    A la salida, Ciudadanos se apresuró a redundar y calificar el acuerdo de "imposible e inviable" sin analizar mucho la letra pequeña del nuevo documento, no vaya a ser que sea parecido al suyo. Asunto zanjado. Del mismo modo, Podemos aplazó su regateo (la valoración será este viernes) con la esperanza de que, de tanto ceder, su propuesta y la del partido de Rivera no acaben siendo fotocopias y alguien se dé cuenta.

    Por su parte, los socialistas apelan a la épica de lo "difícil pero no imposible" de su fábula a tres. Intrincado encaje de bolillos. Parece que la "vía 199" nace como carretera muerta. Al menos de momento.

    Yo propongo, tú propones, ellos deciden

    Pablo Iglesias, la única primera espada que puso la cara en la reunión, dejó sobre el tapete socialista una propuesta de 20 puntos en la que su partido cede en casi todo sin ceder en lo importante.

    El partido morado rebaja tímidamente el tono en renta garantizada, enseñanza infantil gratuita, copago farmacéutico, gasto público, déficit y políticas fiscales. Guiños al acuerdo vigente.

    Mantiene su Plan de Emergencia Social y Rescate Ciudadano, sus planteamientos de protección ante los desahucios y la derogación de Lomce y reforma laboral. Asumible.

    Además, pone la cara amable en la reforma de la función pública, la reforma del sistema electoral y la financiación de los partidos. Imposible de rechazar.

    Sin embargo, tras la caricia esperaba el consabido hachazo. Podemos mantiene el derecho a decidir en Cataluña (eso sí, supeditándolo a la negociación de En Comú y PSC) y además plantea un Ejecutivo de coalición integrado por "fuerzas progresistas": PSOE, Podemos, En Comú Podem, En Marea, IU y Compromís. Obviamente, Ciudadanos está fuera de sus cálculos. La vía 161 como contraposición a la vía 130. Nada nuevo bajo el sol.

    Populares agazapados

    Que al PP y a Mariano Rajoy le da un poco igual todo esto es patente. El presidente en funciones de estatua se limita a esperar sentado a que todo se vaya al carajo, mientras concede alguna entrevista a su sector de aficionados.

    Está convencido de que tarde o temprano el débil castillo de naipes de Sánchez se derrumbará por efecto de la brisa. Será entonces cuando habrá que soportar un poco de presión simulada y se coqueteará tímidamente con una descartadísima gran coalición antes de que lleguen las ansiadas elecciones anticipadas del 26 de junio. Entonces la abstención devolverá las aguas a su cauce y se comerán perdices.

    Pero en el reino del a priori, las líneas rojas están para cruzarlas y nunca es tarde para decir Diego. En menos de un mes, la resolución.