Política

Sánchez e Iglesias, dos débiles candidatos obstinados en su supervivencia

    Sánchez, con Iglesias. <i>Imagen: EFE</i>

    EcoDiario.es

    Este próximo miércoles, y si no hay nuevos cambios de última hora, el candidato socialista Pedro Sánchez y el de Podemos Pablo Iglesias se reunirán en una semana decisiva para formar Gobierno y a solo un mes de que expire el plazo constitucional y se convoquen nuevas elecciones. Los dos líderes vienen debilitados por una larga fase de negociaciones, discrepancias internas en el seno de sus formaciones políticas y, en el caso del secretario de los socialistas, por su doble fallida investidura. Ambos se juegan su liderazgo.

    Y mientras tanto, este lunes Ferraz asestó la primera fase de un golpe estudiado para abortar cualquier intención de Susana Díaz y su círculo (en el que se incluye con cada vez mayor insistencia a José Bono, según fuentes socialistas consultadas por EcoDiario.es) a hacerse con la dirección nacional del Partido Socialista.

    Vía comunicado, la formación tutelada por Pedro Sánchez informaba este lunes del consenso de las distintas federaciones para corregir la fecha del Congreso del que saldría elegida la nueva ejecutiva y por ende la nueva Secretaria General del PSOE, cargo que actualmente ostenta Sánchez.

    El candidato socialista se dispone a hablar este miércoles con Pablo Iglesias. La cita viene precedida por un sinfín de desencuentros, cruce de acusaciones, líneas rojas, vetos, y continuas apelaciones del jefe de filas de Podemos a ostentar relevantes cargos en el Gobierno.

    De momento, el PSOE de Sánchez ha mostrado una carta -está por ver si la mantendrá hasta el miércoles-, que pasa por modificar el texto del acuerdo con Ciudadanos, pese a que el candidato socialista se ha obstinado en defender su integridad, pero también lo contrario haciendo guiños a Podemos.

    Intereses creados

    Aunque no existe química entre los dos líderes, llegado a estas alturas del largo e inédito periodo de formación de Gobierno, tanto a Sánchez como a Iglesias les interesa forjar algún tipo de acuerdo entre sus dos partidos, bien sea mediante el apoyo de la organización morada a un ejecutivo de los socialistas, bien mediante la abstención de éstos propiciando de igual modo un Gobierno formado por el Partido Socialista y Ciudadanos.

    Sánchez, debilitado por su idas y venidas a Podemos, por el doble lenguaje hacia Ciudadanos, por su bloqueo al PP de Rajoy, y por el desconcierto que han provocado sus alianzas variables en el seno de su partido, se halla en una doble tesitura , con un solo fin: su continuidad. En el PSOE más de un barón espera que, más tarde o más temprano caiga la fruta, y por ende caiga Sánchez ("este chico no vale", se comenta entre las filas socialistas). De ahí el movimiento de Ferraz de última hora. Con la decisión de mover la agenda del Congreso, el secretario general del PSOE gana tiempo y libertad de acción, al menos durante un mes. Aparentemente, también desequilibra a sus adversarios. Los resultados electorales del 26J será su último examen.

    Así pues, un posible entendimiento con Podemos es una válvula de oxígeno para Sánchez, pese a las críticas que dentro de su partido suscita este posicionamiento. No en vano, ya hay quien augura el rápido debilitamiento de Sánchez en un hipotético Gobierno PSOE-Podemos, y el posterior golpe a su autoridad y liderazgo tras una efímera coalición Sánchez-Iglesias. Hoy el diario El Mundo se refiere a este movimiento señalando por su parte que es Susana Díaz quien gana tiempo, ya que la baronesa aspira a ser aclamada tras un nuevo fracaso del PSOE en las urnas; es decir, de Pedro Sánchez en las urnas.

    La encrucijada de Iglesias

    En este devenir, los cálculos estratégicos de Podemos se han reducido. Los de Iglesias llegan al final del camino con heridas de guerra, fragilidad en su estructura interna, contestación aplacada, escisión federal y la inseguridad de que las confluencias le regalen fidelidad eterna.

    A escasas horas del encuentro con Sánchez, Iglesias necesita la ayuda de Errejón. La ayuda, o al menos la inacción que deje tranquilos a las bases y los grupos que observan de otra manera el acercamiento al PSOE.

    Las últimas encuesta tampoco favorece la idea primitiva de provocar nuevas elecciones generales. Por eso, ahora -hasta el propio Monedero así lo postula- las opciones estratégicas son más reducidas. Iglesias, a priori, está por la labor de un Gobierno a la valenciana y rechazará ante Sánchez la abstención de Podemos. No es extraño, la marcha impuesta de Sergio Pascual de la Secretaría de Organización ha ahondado las fisuras de la formación morada y ha escorado al discurso a sus fundamentos más ortodoxos. Iglesias se reúne el sábado con el Consejo Ciudadano en el que se abordará la destitución de Pascual, el nombramiento de Echenique, y los desmembramientos que se adivinan en Andalucía y País Vasco, entre otros asuntos. La encrucijada de Iglesias es enorme: sobrevivir, y cómo hacerlo.