Política

El mal sueño de un gobierno con la CUP

    Antonio Baños. <i>Imagen: EFE</i>

    Víctor Arribas

    Tal vez sea un mal sueño que va a ser desmentido rápidamente por sus protagonistas, pero el mero análisis de los principios y las propuestas que hace el grupo político que tiene la llave del gobierno catalán corta la respiración. La CUP propondrá a Mas una presidencia compartida.

    Y su ascenso electoral de tres a diez diputados en el Parlament asombra a cualquiera que crea en el futuro de su pueblo. No se encuentra una metáfora a mano para localizar el país tercermundista donde se hayan podido aplicar recetas como las que figuran en el programa político y en el electoral, o las que han sido pronunciadas por sus cuadros dirigentes en los últimos meses. Bucear en la Red en busca de sus perlas cultivadas es una labor tan necesaria como estupefaciente.

    La Candidatura de Unidad Popular que ha obtenido el apoyo de 336.375 ciudadanos catalanes se debate entre apoyar o no apoyar a Mas como candidato a la investidura, cuestión baladí si repasamos su decálogo de medidas para transformar la sociedad y la economía. La salida del euro, de la UE, de la OTAN y del euroejército trufaría su gestión internacional en caso de gobernar, o lo inspirarían si el acuerdo que alcancen con Juntos por el Sí es tan sólo de investidura sin responsabilidades de gobernar. EN DIRECTO | Reacciones al 27S en Cataluña | Especial elecciones catalanas.

    El aislamiento tribal de Cataluña es una seña de identidad de este grupo que desconectaría a la autonomía del resto del mundo como primer paso hacia la libertad soñada. La alternativa es una "solidaridad internacional" alineada con Venezuela, Cuba, el ALBA, Colombia, el Sáhara Occidental, Palestina y Euskal Herria.

    Para la gestión económica que el futuro presidente catalán tendrá que llevar a cabo si quiere recibir estos votos, lo principal es asimilar el término "colectivización". El sentido de lo individual y lo privado queda relegado a la imposición de lo colectivo, te guste o no. Las empresas serán "refiscalizadas", es decir, fritas a impuestos, y se revertirán externalizaciones, lo que se traduce en una persecución al empresario privado que haya obtenido legalmente una adjudicación en concurso público, haya realizado su labor con mayor o menor acierto, y haya esperado largos meses para cobrar.

    Los bancos serán nacionalizados si han sido rescatados con dinero público y en todos los casos habrá intervención estatal en los consejos de administración, una idea no concretada aún y que puede suponer la entrada de nuevos consejeros impuestos a la fuerza por el gobierno.

    La deuda, ese enemigo de las clases trabajadoras que son claramente autosuficientes, se suspenderá en caso de considerar los diputados de la CUP que es ilegítima, un mantra que ya ni Podemos ni Tsipras mantienen después de sus sonoros batacazos de múltiple signo. Habrá una "red de entidades públicas desobedientes" con la deuda, a modo de premio al que más incumpla sus obligaciones. El mercado laboral que proponen recuerda al Brigadoon de Gene Kelly y Cyd Charisse.

    Un mundo feliz donde se prohibirá el despido, los 60 años serán el tope para seguir trabajando, y cualquiera podrá disponer de un año sabático pagado por su empresa, siempre que cumpla con la premisa obligatoria de haber trabajado diez años. La vivienda dejará de ser un bien ligado a la propiedad privada y será entregada al Estado cuando esté vacía sin motivo. Igual consideración tendrán los alimentos, la energía y los transportes: alguien desde el poder decidirá cuando están bien o mal repartidos y de qué forma habrá que redistribuirlos.

    Los catalanes que han elegido esta opción suponemos que han leído e investigado todas sus propuestas de actuación, las que este grupo radical va a exigir al presidente o presidentes que gobiernen en Cataluña en los próximos años. Con ser insólito todo esto, lo más increíble es que los partidos moderados no independentistas no hayan publicitado este programa durante semanas para poner al descubierto las cartas.