Política
Alcaldes novatos
Carmelo Encinas
Lo de los 100 días de gracia no ha funcionado en los Ayuntamientos donde tocó poder Podemos. Ni cien días ni cien horas. Desde el minuto uno, casi sin haber disfrutado del tacto y la sensación de poderío que supongo proporciona el bastón de mando, las Carmenas, las Colau y otras hierbas han sentido la vara en sus costillas de manera desaforada e inmisericorde. PP y Ciudadanos ganarían hoy en Madrid y desplazarían a Carmena del Ayuntamiento
Es verdad que se lo han puesto fácil a sus rivales incurriendo en errores propios de la bisoñez, pero es igualmente cierto que en su mayoría no tenían ni de lejos la dimensión ni gravedad que se le quiso dar. Que una ciudad como Madrid, tuviera como asunto de cabecera durante casi una semana unos cuantos tuits con chistes racistas que había repicado hace cuatro años el concejal Zapata es para que nos lo hagamos mirar.
No digo que haber difundido esa basura sea el mejor de los perfiles para un concejal de Cultura pero de ahí a tratarle como un peligroso agitador nazi, como sugirió sin el menor pudor ese enorme imprudente que tenemos como Ministro del Interior, creo que dista un largo trecho.
Esa evidente desproporción, de la que muchos más deberían de avergonzarse, y que se repitió por otros asuntos y en otras ciudades, responde a las ganas contenidas que habitaban en quienes se sienten aludidos por la crítica feroz de las formaciones emergentes y especialmente Podemos. Una necesidad latente de administrarles su propia medicina que resultaba imposible recetarles mientras que no ostentaran algún cargo público.
Ahora mandan en grandes ciudades y el menor fallo o debilidad será objeto de diatriba con la obvia intención de socavar en lo posible sus ya mermadas expectativas electorales. Así que los cien días de gracia han sido cien días de desgracia porque el aterrizaje de quienes carecen de experiencia alguna en la gestión suele producir algunos tumbos cuando no alcanza la categoría de forzoso.
La señora Colau, mas impetuosa e imprudente que Carmena por edad y carácter, ha tocado a manotazos tantos palos sensibles en un tiempo récord que en Barcelona viven en un sin vivir. Y si encima no entiende lo de la mujer del César y coloca a su pareja la sátira está servida.
El tiempo pasa deprisa, y en política hay otra máxima que afirma que 'cuando un administración cambia de manos a los cien días la mierda que hallaron es ya su mierda'.
Las grandes urbes que gestionan son ciudades complejas con problemáticas en algunos casos acuciantes y que los ciudadanos quieren ver resueltas. Esos problemas son ya suyos, y lo que se le pide a un alcalde es que los solucione. Madrid, sin ir más lejos, padece una atmósfera irrespirable hasta el punto que la Unión Europea ya ha advertido que sobrepasa ampliamente los límites admisibles. Era el aire de Ana Botella, que en su día cambió los medidores de sitio para hacernos trampas en el solitario. Pronto será ya el aire de Carmena y a ella le exigirán que lo ventile. Aire sucio y calles sucias. Lograr mejoras en materia de limpieza no es tarea fácil y si no consigue que se note la acción de su escoba le darán duro.
Hay otros descontentos heredados que pronto serán igualmente suyos. El de los parquímetros es uno bien peliagudo. Por ahí circula un estudio que cifra en casi doscientos los conductores que cada día se pelean con esas maquinitas que funcionan cuando quieren, que no devuelven el cambio y cuyo manejo no todos entienden.
Una guerra en ciernes es la de las bicicletas. Botella implantó las bicis municipales de pedaleo asistido y se olvidó de recordar que las aceras solo son para los peatones. Así tenemos a mocetones de cien kilos sorteando viandantes a casi 50 por hora sin que haya un solo policía municipal que les regañe.
No son asuntos banales, es convivencia, calidad de vida y también seguridad porque si a la señora de Aznar se le caían los árboles a doña Manuela se le caen edificios. Todo esto y más va en el sueldo de un alcalde. Llegaron al poder a través de pactos pillados con alfileres que no soportan muchas torpezas. A estos alcaldes novatos le honra su interés en atender a los desahuciados pero gestionar bien una ciudad es ocuparse de todos sus ciudadanos.