Política

Raúl Romeva o el títere de Artur Mas para frenar a Podemos y a ICV

    Raúl Romeva. <i>Imagen: EFE.</i>

    Carmelo Encinas

    Leo con estupefacción los comentarios laudatorios inducidos por el lobby soberanista catalán sobre la figura de Raúl Romeva. Ahora resulta que el improvisado encabezador de la llamada lista unitaria y del que nadie se acordaba salvo en su casa, a la hora de comer, es un político de altura cargado de méritos y con una biografía digna de un premio Nobel.

    Me llaman especialmente la atención los comentarios de una columnista que le identifica como "el Varufakis español". Y me sorprende porque reduce todo el parangón a los aspectos físicos pasando por alto cualquier paralelismo en las trayectorias académicas, profesionales o ideológicas, en las que Varufakis y Romeva se parecen como un huevo a una castaña, y excuso decir quién es aquí el huevo y quién la castaña.

    Es verdad que ambos estudiaron económicas pero, mientras que Varoufakis, al margen de su cuestionable manejo de la política, es un reconocido economista de reputación científica internacional, Romeva en ese campo es irrelevante.

    Analista en distintos medios como la BBC, CNN o Bloomberg TV, el ex ministro griego es autor de varios libros de éxito, el último de los cuales, El minotauro global, es considerado por muchos expertos de todo el mundo como el tratado de teoría económica más pedagógico sobre la evolución del capitalismo. Romeva ha hecho también algún pinito literario pero sus novelillas no parece que hayan logrado revolucionar el mercado editorial. Así que su parecido con Varoufakis se limita a que ambos sufrieron una alopecia galopante y están ciertamente calvos.

    Hay en cambio en la mencionada oda a Romeva un dato biográfico del personaje que resalta su autora, y es que fue profesor de lambada. Y entiendo que este baile brasileño basado en el cuerpo a cuerpo despierte la sensualidad y pueda mejorar el ánimo y el estado físico de la gente, lo que no veo es que el conocimiento de tal disciplina ayude en algo a resolver los problemones que tiene Cataluña.

    Tampoco creo que aporten demasiado los valores que tanto fascinan a su autora. Habla de un "rompecorazones, guapo, de cuerpo fornido y físico impresionante". Si no conociera la edad de quien así se pronuncia diría que son expresiones propias de una adolescente en celo. No quiero pensar la que le caería a cualquier columnista del género masculino si describiera en términos similares los méritos de una mujer dedicada a la política. Sería inmediatamente tachado de machista y linchado públicamente como un sátiro repugnante.

    Tengo, sin embargo, la impresión de que estos aspectos banales que tanto fascinan del personaje no han sido ajenos a su elección para encabezar la lista tutti frutti de los soberanistas. Había que buscar un tipo molón con etiqueta de izquierdas, y Raúl Romeva daba el perfil.

    A su aspecto guay, para una clase de parroquia muy determinada y sin mayores exigencias, se une la procedencia de ICV, formación de la que desertó para abrazar eufórico el soberanismo. Su pasado le proporcionaba una vitola de izquierdas de la que la lista unitaria está muy necesitada. Le necesitan para camuflar a la derecha Convergente de Mas, a la ERC de Oriol que le sujeta y a esas organizaciones cívicas amamantadas desde la Generalitat tan entusiastas con la estelada como ajenas a los dramas sociales.

    Le necesitan, en definitiva, para frenar a Podemos y a ICV cuyas expectativas electorales amenazan seriamente sus planes. Conviene recordar que al salir de Iniciativa Romeva se comprometió con Joan Herrera a no sumarse a ninguna otra iniciativa política y ahí le tienen. Es el mismo pretendido héroe del independentismo que siendo eurodiputado protagonizó la hazaña de impulsar una carta ante la UE en la que denunciaba una hipotética invasión militar española en Cataluña.

    Tan delirante manifiesto lo fundamentaba en las evoluciones de dos cazas que habían alcanzado los cielos de Lérida en unos ejercicios rutinarios del ejército del aire. En Bruselas aún se parten la caja con semejante desvarío.

    Éste es el cabeza de la lista unitaria, el mismo que dice "ir a por todas" sin aparentar consciencia alguna de cómo está siendo utilizado. Sin darse por enterado de su condición de títere.